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martes, 30 de abril de 2013

30/ 04: EL PASADO

Diego Cortés intentó algo casi imposible: recuperar la magia de Jueves, aquella inolvidable novelita gráfica que editó Llanto de Mudo hace unos años y que era una cátedra demoledora sobre cómo crear y desarrollar una historia chiquita, intimista, lo-fi, de esas que se podrían filmar con cinco pesos, y a la vez profunda, potente, memorable. Y en buena medida lo logró.
El Pasado es otra historia chiquita, pachorra, que transita a paso lento para invitarnos a saborear cada imagen, cada diálogo y cada silencio. Se podría filmar con... $ 50 y tiene un guión de enorme sutileza, de enorme calidez, una verdadera delicia. La historia nos cuenta cómo Jorge y Pedro se van a vagabundear por las rutas argentinas y terminan en un pueblito en el que se reencuentran con las cosas que pertenecieron a su pasado y que creían perdidas: mascotas, abuelos ya fallecidos, lugares, sabores... detalles que alguna vez formaron parte de sus vidas y luego desaparecieron, viven y son reales en este misterioso pueblo cuyo nombre no sabemos. Imaginate que te pasa eso, que caés en un pueblito donde existe la casa en la que vivían tus abuelos cuando eras chico... habitada por tus verdaderos abuelos! ¿No te quedarías un rato largo con ellos? ¿No volverías a corretear por la plaza con el perro que tuviste en tu infancia? Jorge y Pedro responden a esta pregunta de manera distinta, porque Cortés los construye como a dos personajes muy distintos, a pesar de estar unidos por el vínculo de la amistad.
Y quizás este disenso entre los amigos sea lo más parecido a un conflicto que tiene El Pasado. El resto es todo exploración, todo sensación de maravilla, de “Mirá, boludo!!, “Nah, no puede ser!”. En estas breves 60 páginas, Cortés amaga con llevarnos por el trillado sendero de los “jóvenes a la deriva”, pero pega un volantazo magistral y termina por sumergirnos en las profundidades de un realismo mágico de altísimo vuelo simbólico y sumamente emotivo.
No acompaña demasiado el dibujo, lamentablemente. Agite muestra al final del libro unos bocetos realizados en otro estilo, y la verdad es que me quedo mil veces con el que finalmente utilizó para dibujar El Pasado, con la línea bien clarita, una estética bastante naïf y mucha presencia de las tramas mecánicas para sumarle grises a un claroscuro en el que predominaba ampliamente el blanco. Pero aun así, le falta bastante. Sobre todo en los cuerpos en movimiento, en el lenguaje corporal y facial de los personajes, se ven torpezas y limitaciones típicas de los dibujantes primerizos, los que todavía no están como para ponerse al frente de una novela gráfica. La narrativa es impecable y en los epílogos aparece una estética distinta, más sucia, a la que por ahí Agite le puede sacar buenos resultados en obras futuras. En este trabajo en particular, no me logró convencer.
Y es una pena, porque el guión –repito- es realmente excelente, desde la idea hasta los sutiles giros del final. Si no te calienta que el dibujante no esté a la altura, no dejes de visitar El Pasado, donde sin dudas te espera una experiencia alucinante, con personajes, diálogos y situaciones originales, entrañables, fascinantes. Un viaje de ida, de la mano de un guionista que mantiene un nivel muy, muy alto, a pesar de su abultada producción. Quiero la remake dibujada por Minaverry. ¿Será mucho pedir?