el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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lunes, 21 de septiembre de 2020

THE CHRONICLES OF KULL Vol.1

Sí, ya sé, con Nippur tengo cubierta la dosis de muchachones musculosos con escasa vestimenta que se cagan a espadazos. Pero bueno, este es el último libro que me queda sin leer de los muchos que me compré hace casi tres años en EEUU, y no lo quiero postergar más, pobre. En la época en que tuvo los derechos para publicar el material de Conan, Dark Horse se jugó también por reeditar Kull the Conqueror, otra serie basada en relatos de Robert E. Howard que produjo Marvel a principios de los ´70 (y según me dicen, una de las poquísimas historietas de Marvel que nunca fue publicada en España, donde La Casa de las Ideas es religión hace décadas). Siempre digo que Conan me interesa poco y nada, y que son pocos los autores capaces de hacerme comprar un comic de Conan. A partir de hoy lo mismo se aplica a Kull, pero hace tres años este tomo me llamó la atención porque estaba muy barato, porque no había leído nada de este personaje y porque tiene unos dibujantes del mega-carajo. El tomo arranca con una historia corta dibujada por Berni Wrightson en un nivel sublime, aunque masacrado por un colorista que merece morir en cana. Después tenemos un episodio más extenso dibujado por Ross Andru en un gran nivel, con unas tintas gloriosas del incomparable Wally Wood. Y todo el resto del tomo, casi 200 páginas más, están a cargo de los hermanos Severin. Marie se ocupa del plantado, del armado de las secuencias, y John le pone al dibujo de personajes y fondos esa elegancia, esa solidez, esa impronta tan pulida. John Severin es un dibujante que está en las antípodas del típico dibujante de Marvel de los ´70, cuando todos seguían (hasta donde les daba el talento) la huella de Jack Kirby. Un tipo de un talento descomunal, un ilustre continuador de la línea más clásica, más académica, más de Harold Foster y Alex Raymond. O sea que visualmente, Kull te ofrecía algo que ningún otro comic de Marvel de esa época te podía ofrecer. Y sí, a los hermanos Severin también los hacen mierda los coloristas, pero un poco menos, y sobre todo en los últimos episodios que incluye este tomo. Por supuesto que esto mismo publicado en blanco y negro se vería muchísimo, pero MUCHISIMO mejor. En materia de guiones, la verdad que esperaba un poco más. No mucho, porque –como ya dije- en general la ficción tal como la entendía Robert E. Howard no me llega ni me identifica. Pero por ahí Roy Thomas, o Gerry Conway (que toma las riendas de la serie cuando Thomas es ascendido a Jefe de Coordinadores) se jugaban con algo distinto, más loco, más impredecible. No pudo ser. Se queda todo en la machaca con monstruos y villanos con poderes fantásticos, apenas sazonada con un poquito de intriga palaciega. No hay desarrollo de personajes, los secundarios tienen poquísimo relieve, las mujeres son adornos, los villanos son chatos, Kull le gana a amenazas infinitamente poderosas de modos imposibles… Nada para destacar, realmente. El último episodio creo que fue el que más me gustó. Es largo y violento al pedo, pero sobre el final aparece esa humanidad casi oesterheldiana que Robin Wood le puso a las mejores aventuras de Nippur. El resto, sólo tiene sentido para maravillarse con los dibujos. Ah, y otra cosa loquísima: en todos estos combates tremendos, donde se cagan a espadazos, hachazos, flechazos y cuchillazos… ¡no se ve sangre! El único monstruo que sangra es uno al que Kull destroza bajo el agua, y ahí sí, el colorista tiñe de un color magentoso la escena subacuática. Pero todo el resto de las matanzas (que son muchísimas) son limpitas. Se matan todos contra todos sin salpicar una gota de sangre, que aparece sólo en el filo de la espada de Kull cuando ya terminó de combatir. Otra cosa que me sorprendió es ver a Thulsa Doom como enemigo recurrente Kull. Para mí, que soy un ignorante en materia de la mitología de Howard, Thulsa Doom era un enemigo de Conan; de hecho es el malo de la peli de los ´80, con Arnold Schwarzenegger, que recuerdo haber visto en el cine hace mil años. Ahora me entero que no, que Thulsa Doom siempre fue enemigo de Kull y recién en 1991 Roy Thomas lo hizo aparecer en la Era Hyboriana como antagonista de Conan. ¿Por qué eligieron como villano para la peli de Conan a un enemigo de Kull? No se me ocurre ninguna respuesta coherente. Bueno, todos los días se aprende algo nuevo. Y cada tanto, una lectura como esta me recuerda por qué no soy fan del género de espada y brujería en su vertiente “bárbaros pasados de testosterona que vociferan los nombres de sus dioses mientras reparten espadazos”. Kull the Conqueror tiene el atractivo irresistible de los dibujos de los hermanos Severin, pero si algún día veo baratas las revistitas, me compro dos o tres y hago guita el TPB. No necesito toooodas estas páginas de aventuras poco consistentes para disfrutar de la magia de Marie y John. Y si sale un tomo en blanco y negro con este material, obviamente me vuelven a seducir. Hasta acá llegamos, por hoy. Pasen una primavera recontra comiquera y vuelvan pronto por acá, que en unos días habrá nuevas reseñas.

viernes, 30 de julio de 2010

30/ 07: THE PUNISHER: FROM FIRST TO LAST


No soy fan de Punisher. Nunca lo fui y no creo que nunca lo vaya a ser. No sé por qué, pero es un personaje que casi no me genera ningún interés. De todos modos, y gracias a las recomendaciones de amigos y colegas, cada tanto algún especial fuera de las series regulares me llama la atención y entro como un caballo. Este libro reúne tres one-shots escritos por Garth Ennis, dos de los cuales me habían cebado cuando escuché de qué se trataban, quénes eran los dibujantes y qué opinaban de ellos algunos críticos cuyos gustos suelen coincidir con los míos. Así fue como me decidí a comprarlo, y la verdad es que no me arrepiento para nada.
Me saco de encima rapidito el que menos me gustó: The Cell. Nada, es la fácil. Punisher se hace meter preso para boletear a cinco mafiosos hijos de mil putas que viven como reyes en un penal, protegidos por la propia policía. Castle pergeña un plan para hacerlos mierda, y va para adelante, sin mayores contratiempos. El final es 100% gore y truculencia, porque los mata con una crueldad inusitada, acorde con los crímenes de los mafiosos, que encima tuvieron que ver con la muerte de la esposa y los hijos de Castle en aquella famosa masacre en el Central Park. Es un comic duro, áspero, frío y sin sobresaltos más allá de ese final salpicado de vísceras. El dibujante es Lewis Larosa, un muerto de frío sin onda, que chorea fotos a cuatro manos y no tiene nada para aportar.
Pero el tomo abre con una joya: The Tyger es una de las mejores historias de Punisher jamás escritas, si no la mejor. Nos ubica en dos tiempos paralelos: la infancia de Frank y su primera noche como Punisher, pero también tiene un maravilloso (y escalofriante) flashback al paso de Castle por Vietnam. The Tyger alude al famoso poema de William Blake y –aunque parezca una joda- la poesía es un elemento central en esta historia de venganzas, miedos, hipocresías y dilemas morales, de esos que desembocan en decisiones jodidas, de las que no hay marcha atrás. Los dibujos son del maestro John Severin, que obviamente no dibuja como en los ´50 y ´60, pero pone su onda retro al servicio del relato con una cancha descomunal. Hay viñetas de enorme belleza plástica, un trabajo de plumín asombroso y una perfecta reconstrucción de las tres épocas en las que transcurre la historia. El truco de las páginas negras donde sólo “vemos” diálogos es un salto al vacío por parte de Ennis, pero le sale demasiado bien. Posta, esta historia vale el precio que pagues por todo el tomo.
Y para cerrar, The End, dibujado por el gigantesco Richard Corben. Sí, Corben y Ennis juntos. Too much. Esta arranca como una historia rara, un post-holocausto trasnochado, con un Punisher viejo y baqueteado, que con el mundo devastado por la guerra nuclear, igual sigue fanatizado con su misión de boletear criminales. El lector se identifica no con Castle, sino con su ocasional aliado, Paris Peters. Pero para la mitad de la historia, Ennis pega un volantazo totalmente inesperado y todo tiene tanto sentido que lo aplaudís de pie. Sí, flaco, así actuaría Punisher en un futuro post-holocausto. No hay otra. Y el giro del final también, un lujo, una última gota de mala leche para redondear con chapa y hasta con vuelo poético una historia magistral. Lo de Corben es impecable. El tipo algo manya de futuros apocalípticos y acá por ahí no se luce como en sus mejores trabajos, pero no se guarda nada. Espera pacientemente el momento justo para lucirse, se luce, y durante el resto de la historia acompaña al guión con sobriedad, pero con su estilo inconfundible. Otro lujo y van…
Probablemente los fieles seguidores del Puni se hayan perdido From First to Last, porque no sigue la numeración de ninguna de las colecciones habituales. Y los que no son fans del calavera, probablemente lo hayan pasado por alto para darle bola a otro material. Pero a ambos les recomiendo armarse hasta los dientes, salir a buscar este libro y matar a quien haga falta para conseguirlo. Ennis ya mostró muchas veces que puede hacer obras de arte a partir del grim ´n gritty pasado de rosca y acá lo vuelve hacer, incluso sin recurrir a los chistes que tantas veces lo hemos visto reiterar. Grosso, mal.