el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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miércoles, 13 de mayo de 2020

MIERCOLES DE CIENCIA-FICCION

Bueno, seguimos acá, en casa. Y con algunas lecturas más para comentar en este espacio.
Efectivamente, ni bien terminé de leer el Vol.9 de Valérian, me fijé en la biblioteca a ver si estaba el Vol.10, que es la segunda parte de la historia que comentamos el viernes. Lo tenía. Y mejor aún: lo leí y sentí la sensación mágica de no haberlo leído nunca. El álbum empieza con un muy breve resumen de lo sucedido en el tomo anterior, así que sospecho que yo debo haber frenado ahí el hipotético intento de lectura, hace mil años, cuando lo conseguí (por supuesto no me acuerdo ni cuándo ni dónde). 
Creo que nunca fui tan feliz leyendo Valérian como con este díptico. Muchas cosas que en Metro Chatelet no terminaban de cerrar, acá los maestros Pierre Christin y Jean-Claude Meziéres lo cierran perfecto. ¡Y hasta tiran puntitas de sagas que vendrán después! Acá se resuelve el misterio, hay acción, comedia, traiciones, engaños, seducción, violencia, misticismo, teorías conspiranoicas, runflas entre mega-corporaciones, celos entre amigovios… Ah, y una bajada de línea maravillosa acerca del saqueo colonialista que invade a culturas menos avanzadas y les impone una religión trucha mientras le chorea las riquezas. No se le puede pedir más a 46 páginas de una aventura apuntada al público adolescente, de verdad.
Lo único que no me pareció taaaan genial es el debut de Laureline en el rol de yiro manipulador, de femme fatale, que volverá a interpretar en álbumes posteriores. Se hace demasiado larga la secuencia en la que se viste, peina y maquilla para verse MUY zorra y detonarle las hormonas a dos giles que supuestamente son muy malos, pero Christin los muestra como víctimas del ardid de esta chica otrora casta y mojigata, ya virada en sex symbol. Atenti fans de Sin City, que en esa secuencia van a encontrar un par de viñetas que sin ninguna duda Frank Miller “tomó como referencia” para algún episodio de esa saga de los ´90. Pero bueno, el dibujo de Meziéres en este tomo es tan zarpado, alcanza picos tan sublimes, que debe ser difícil que un dibujante lea esto y no se quiera “llevar algo de recuerdo”.
Brillante, absolutamente satisfactorio y con muchos toques de genialidad este arco de dos álbumes (aparecidos en 1980 y 1981, respectivamente) de la saga de Valérian. El día que se me prenda fuego la colección, ya sé cuáles son los tomos que hay que rescatar sí o sí de entre las llamas.
Sigo en el terreno de la ciencia-ficción, pero ahora en EEUU y en 2015, para empezar (tarde, como siempre) con Descender, la muy elogiada serie escrita por Jeff Lemire y dibujada por Dustin Nguyen. Hace poco leí (online, claro) Gotham Sirens, una serie con guiones de Paul Dini, cuyos primeros episodios dibujaba Nguyen. Y me pareció una garcha, inclusive el dibujo bajaba el nivel número a número hasta llegar a extremos bochornosos. Acá, todo lo contrario. Arranca muy arriba y va mejorando. No sé si Nguyen trabaja realmente con acuarelas, o si logra ese efecto con herramientas digitales, pero la verdad que la idea de ilustrar todo un comic de recontra-ciencia-ficción con esta estética es alucinante y me hizo revivir los años de gloria de las revistas tipo 1984 y Zona 84. Por momentos Nguyen dibuja tan bien, que parece una especie de Scott Hampton, con una narrativa más sólida. Para el final se relaja un poquito, se le ocurre una excusa bastante legítima para que las últimas… 40 páginas tengan pocos fondos, pero se gana ampliamente la ovación.
¿Dije “el final”? No, esto no tiene final. El libro trae seis episodios y deben ser… más de 30. Y si bien el argumento me re-enganchó, si bien hay varios personajes realmente fascinantes, sin bien Lemire pone en marcha una dinámica entre ellos muy atractiva… me da la sensación (ojalá me equivoque) de que la idea que tuvo el canadiense funcionaría mejor en una historia infinitamente más acotada. 200 páginas, a lo sumo. Planteada en el formato de serie de más de 30 episodios de 20 páginas, Descender corre el riesgo de irse por las ramas, de que algunas de esas buenas ideas que nacen en este tomo se diluyan en los que vienen después.
Ojalá me equivoque y esto esté tan bien escrito como los 40 episodios de Sweet Tooth, que es la obra de Lemire con la que más puntos de contacto le veo a Descender. Acá también hay aventuras, héroes, antihéroes y villanos, momentos de ternura, momentos de mala leche muy al límite, dilemas morales, fenómenos que la ciencia no logra controlar… y además momentos en los que Lemire, como todos los grandes autores de ciencia-ficción, usa al futuro como metáfora crítica del presente. Hasta ahora, la lectura Descender justifica las muy buenas críticas que había leído. Así da gusto irse al Descenso.

Y nada más por hoy. Se me tiene que ocurrir algo para hacerme millonario, porque la comiquería de mi barrio recibió un envío de material de España y hay unos libros gloriosos… a precios de lesa humanidad. Mientras tanto, sigo leyendo lo que tengo acovachado, como para que no falten las reseñas acá en el blog.

martes, 28 de julio de 2015

28/ 07: AMERICAN VAMPIRE Vol.5

Retomo esta serie que tenía colgada desde el 12/10/14. Este quinto tomo ofrece dos sagas ambientadas en 1954: una (editada originalmente como miniserie por afuera de la colección principal) está situada en Europa, y la otra en EEUU. Las dos sagas escritas por Scott Snyder tienen el mismo problema: como aventuras, son flojas, sobre todo la primera. Les falta sorpresa, les sobra machaca y casi todo lo que sucede parece ser parte de un festival bastante obvio de excusas para que los vampiros pelen garras y colmillos y se den con tutti. ¿Por qué, aún así, se hace llevadera la serie? Por dos motivos.
El primero es la consigna: American Vampire va avanzando a la par del Siglo XX, lo cual le da a Snyder la posibilidad de reflejar en cada arco argumental un punto interesante en la historia más o menos reciente de los EEUU. El guionista investiga, recrea estas décadas del siglo pasado con mucha agudeza y desliza una mirada crítica, muy atractiva, acerca de los procesos sociales y políticos de cada época. Cada situación de vida cotidiana, de gente normal, enriquece los relatos con información muy bien mechada acerca de cómo se vivía en cada momento del Siglo XX en alguna ciudad de EEUU. Sólo por eso, uno banca ese culebrón sangriento entre estas criaturas pesadillescas que –como son no muertos- pueden sobrevivir sin drama al paso de las (muchas) décadas.
Y además hay un segundo elemento atractivo: el desarrollo de personajes. Con el correr de las sagas y las décadas, los protagonistas cambian, evolucionan muchísimo. Pearl Jones, su marido Henry, Calvin Poole, los Vasallos del Lucero, los distintos integrantes de la familia Book… hasta el nefasto Skinner Sweet tiene en cada arco argumental una nueva posibilidad de asumir nuevos roles, o pegarle giros interesantes a su relación con el resto del elenco.
Casualmente eso sucede en el segundo arco incluído en este tomo: Skinner Sweet sigue siendo el sorete irredimible, la escoria vampírica más abyecta del planeta, pero Snyder urde tramas que lo llevan a adoptar (aunque sea un rato) otra actitud, y eso abre posibilidades que nutren mucho a este segmento de la obra, y lo ponen bastante por encima de la saguita en Europa. A esta altura, ya es hiper-obvio que ni Skinner ni Pearl van a morir mientras exista esta serie, pero las vueltas que encuentra Snyder para mantenerlos atractivos son más que válidas.
La saguita en Europa, mientras tanto, naufraga en un argumento bastante pobre, con escaso sustento, pero también se anota sus porotos con el desarrollo de un personaje hasta ahora demasiado clavado en el estereotipo: Linden Hobbes, el circunspecto líder de los Vasallos del Lucero.
Este arco cuenta con los dibujos de Dustin Nguyen, en un estilo muy suelto, donde se nota la velocidad con la que el dibujante se sacó de encima estas páginas. No está mal, para nada, pero no esperes esa elegancia que supo mostrar Nguyen en los trabajos que hizo para las distintas series de Batman. Y después llega el titular, Rafael Albuquerque, el que conoce de taquito a los personajes, el que entiende perfecto los climas que sugieren los guiones de Snyder, el que se lee la mente con el colorista Dave McCaig. Como en el tomo anterior, Albuquerque nos mete en un vértigo repleto de acción y violencia… que te puede llegar a cansar por su excesiva estridencia, o por la grosera escacez de fondos. Por suerte la narrativa es tremendamente ágil y el estilo de Rafael hace que la onda impactante y pochoclera se haga sumamente tolerable.
Y acá se termina la primera parte de American Vampire. Después vienen dos especiales (compilados como Vol.6) y recién después, en lo que sería el Vol.7, el primer arco de la segunda serie regular, titulada Second Cycle. Habrá que buscarlos a ver cómo siguen las historias, porque la verdad que Snyder logró engancharme con varios de los personajes y el dibujo de Albuquerque es una adicción jodida de frenar…