el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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jueves, 9 de mayo de 2013

09/ 05: CIELOALTO

De todas las cosas alucinantes que tiene la historieta, una de las que más me gusta es cómo se mezclan las dimensiones del espacio y el tiempo. En la historieta no existe el tiempo, con lo cual los historietistas despliegan un montón de recursos para suplirlo con el espacio, para mostrar el paso del tiempo de manera espacial. Cuando todo funciona bien, el tiempo y el espacio son lo mismo, y uno entiende sin mayor esfuerzo que lo que está a la izquierda pasa antes que lo que está a la derecha, y lo que está abajo pasa después de lo que está arriba. Este concepto (a priori muy delirante pero perfectamente asimilable en la práctica incluso por los niños) no sólo subyace en la gramática del idioma al que llamamos Historieta (o comic, o como te guste): también motoriza a esta originalísima creación de Diego Agrimbau y Leonardo Pietro, publicada primero “en fetas” por Fierro y más tarde recopilada en un hermoso libro por Agua Negra.
La ciudad de Cieloalto funciona como la historieta: para que el tiempo pase, hay que desplazarse en el espacio. En el barrio en que nacés, vas a ser siempre un nenito. En el de al lado, vas a ser siempre un pibe. En otro, siempre un muchacho, y así, hasta llegar a barrios en los que estás muerto, a los que no te conviene entrar. Es una idea loquísima, a la que Agrimbau le saca un jugo alucinante: Javier Dosaires, el protagonista, va a la escuela en un barrio donde tiene veintipico y se ve ridículo con el guardapolvo blanco. Se levanta a una mina a la que le gusta que le den masa en un galpón... de un barrio donde Javier tiene como 60 años y a duras penas se le para. Juega al futbol en una cancha donde, cuando defiende, tiene 7 años, y cuando ataca, 17.
Guarda: así contado parece gracioso, pero Cieloalto es un relato trágico, de gran contenido dramático. La vida de Javier no es una comedia ochentosa de Michael J. Fox, ni mucho menos. A lo largo de estas 80 páginas lo veremos presenciar todo tipo de injusticias, soportar pérdidas irreparables, sufrir por amor, traicionar sus propios códigos éticos y finalmente, tener la desgracia de sobrevivir a una tragedía de proporciones colosales para ser testigo de la muerte y la destrucción más horrendas. Poco antes de la mitad de la obra, Cieloalto se empieza a convertir lentamente en el escenario de una guerra civil cruenta, sin cuartel, entre los “permanentes” (los que tienen el poder de conservar siempre la misma edad mientras no cambien de barrio) y los “viajantes”, que son como nosotros, es decir, no cambian de edad según los desplazamientos espaciales, sino a medida que pasa el tiempo.
No quiero contar mucho más de la trama, porque si no la leíste quiero que te sorprendas como me sorprendí yo con los giros impredecibles que le pega Agrimbau a la historia de Javier y de esta bizarra ciudad. Simplemente quiero dejar sentado que por ahí el final no es todo lo grosso que uno esperaba, pero es coherente y sobre todo no es traído de los pelos. Para la página 33, el guionista ya tira puntas de cómo va a terminar todo en la última secuencia.
El dibujo de Pietro es excelente, sumamente expresivo, con una gran atención por los detalles y con menos viñetas por página que en Fergus, su otra obra en conjunto con Agrimbau. El dibujante tiene la imperiosa necesidad de dotar a los personajes de rasgos muy claros, muy marcados, que le permitan al lector identificarlos en 7 u 8 etapas distintas de sus vidas. No es fácil hacer esto sin caer en el grotesco, en la caricatura de brocha gruesa, pero Pietro lo logra con creces. Si leíste Cieloalto en la Fierro, seguramente recordás que había pocos fondos y que el color era un empaste tirando a horripilante. Olvidate: para esta edición, Pietro agregó bochas de fondos y acá el color se ve maravilloso, repleto de matices y sutilezas, dentro de una paleta más tranqui, menos estridente que la que vimos en Fergus. Otro laburo formidable de este talentoso dibujante argentino, merecedor de infinita más chapa de la que tiene hoy entre los fans.
No te dejes amedrentar por esa portada amarga y pecho frío: Cieloalto es una historia arriesgada, intensa, atrapante, basada en una idea demasiado zarpada para ser real y adornada con buenos diálogos, hermosos bloques de texto, situaciones muy variadas (de la comedia al drama, del erotismo light a la crónica de una masacre hardcore) y unos dibujos de primer nivel. Cieloalto, la ciudad que funciona como la historieta, le hace alto honor al arte que más nos gusta. No dejes de visitarla.

martes, 25 de septiembre de 2012

25/ 09: FERGUS

Con un libro publicado en Marzo, uno en Abril y uno en Mayo, Diego Agrimbau se convirtió en el protagonista indiscutido (y seguramente involuntario) del primer semestre de 2012, por lo menos en lo que respecta a la edición de autores argentinos. Ahora sacó la adaptación de El Diario de Ana Frank y en Octubre le editan libro nuevo en Francia y el recopilatorio de Cieloalto acá, en Argentina... y todo en editoriales que nunca habían publicado trabajos suyos. Ese es otro indicador del éxito de este autor: no se casa con ninguna editorial... porque casi todas lo convocan!
Fergus, Detective Publicitario es una novela gráfica realizada en 2009 para una editorial francesa que ya no existe, en colaboración con Leonardo Pietro, cómplice de Agrimbau también en Cieloalto. Se trata de una comedia con elementos de thriller y de espionaje, en la que predominan por un lado el clima festivo, exagerado, sin la menor pretensión de realismo (una onda Casanova de Matt Fraction) y por el otro una ambientación absolutamente única, peculiar y sumamente ganchera. Como en muchos de sus trabajos, Agrimbau piensa sus tramas de ciencia-ficción a partir de una idea referida a la ciudad, o al mundo en el que transcurre la historia. Lo vimos en Cieloalto, en La Burbuja de Bertold, en El Gran Lienzo y hasta en esa obra menor que es Planeta Extra: Agrimbau primero te engancha con la ambientación, siempre sugestiva y original, y después con la trama en sí.
El gancho para sumergirse en las páginas de Fergus es, sin dudas, “Esto transcurre en una ciudad donde el marketing y la publicidad dominan todos los aspectos de la vida cotidiana”. Así es como -cuando Agrimbau lo mezcla con logos humanos, barrios enteros hechos de tipografías, publicidad subliminal en los sueños y spam real, no virtual- levanta vuelo un thriller detectivesco bastante trillado. A Fergus lo contratan para encontrar a su amigo Marcel, transformado en logo humano de una gigantesca corporación. Pero los clientes de Fergus quieren encontrar al hombre-logo para hacerlo boleta, porque el tipo es yeta y –sin querer- está arruinando a la empresa a la que simboliza. El protagonista no tiene un pelo de altruista, pero de ahí a entregar a un amigo por un puñado de dólares, hay un abismo.
Fergus, además, tiene otros problemas: el divorcio conflictivo con Ingrid, su ex-esposa (que milita en una célula de resistencia anti- publicidad), y unas horrendas pesadillas, inducidas desde uno de los conglomerados que lo quiere convertir en un spam viviente. Dicho asi, todo parece bastante serio y complejo, pero no. Esto es una gran farsa, un “viva la Pepa” sumamente intenso (porque en 46 páginas pasan un montón de cosas) y por momentos muy gracioso. Yo recuerdo haber leído Fergus en francés, durante una reunión en lo de Diego (en la que –como diría el poeta- “se oían risas y un kilombo de atrás”) y me pareció simpática, pero no cómica. Ahora, con los diálogos 100% argentinos, me reí mucho más.
Y aún así, si no te interesan ni el mundo que habita Fergus ni la trama que lo involucra, te vas a volver loco cuando veas el laburo que hizo Pietro en la faz gráfica de la obra. Las influencias de Pietro son muchas y mezclan a autores argentinos, europeos y yankis. Lo mejor es que no son evidentes. Nada parece “choreado de”. El dibujo de este animalito es un auténtico soplo de aire fresco. Su manejo del color es asombroso, su destreza en la planificación le permite lucirse tanto en las páginas de pocos cuadros (nunca menos de 5) como en las de 10 y sus expresiones faciales y corporales le suman muchísimo a “la actuación” de los personajes. Si me tengo que quedar con una secuencia, me tiro de cabeza a la del sueño limado de Fergus de las páginas 28 a la 30. Ahí Pietro pela chapa de Number One, de bestia fuera de control.
Supongo que cuando a Agrimbau se le ocurrió este universo, pensó –además de esta- varias historias más, que nunca se escribieron ni dibujaron. Una pena, porque es un contexto tan atractivo, tan fértil para cultivar buenas ideas, que uno quiere más historias con esta onda, con Fergus, con Marcel o con quien sea. Lo bueno es que la saga que se llegó a desarrollar para Francia, está editada en Argentina y cualquiera puede acercarse y disfrutarla.
¿Se supone que esto era una crítica? Parece un aviso publicitario... Y bueno, me co-optaron subliminalmente los villanos de la novela gráfica...