el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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martes, 7 de mayo de 2024

MARTES EN FRANCÉS

Estoy empezando a bajar los pilones de material que me traje de Francia y Bélgica, así que me toca leer mucho en francés, durante los próximos años (sí, traje una bestialidad de libros). Empiezo con Confidences d´une Prostituée (confidencias de una prostituta), obra maestra del glorioso Takao Saito, realizada en 1972. A lo largo de diez historias autoconclusivas, el creador de Golgo 13 da cátedra de gekiga y le canta "quiero retruco" a su viejo amigo Yoshihiro Tatsumi. Los relatos que componen el libro son 100% reales, chiquitos, íntimos, sin asesinos a sueldo, ni samurais, ni grandes cataclismos. Son historias dramáticas de gente común sin chistes, sin elementos fantásticos y muchas veces sin ni siquiera acción. Historias definitivamente para adultos, ambientadas en un burdel de Osaka de los años ´30, que una prostituta sesentona ya retirada le revela a distintos personajes. El tramo ambientado en el presente, con el que Saito empieza y termina cada historia, es lo menos atractivo de la serie. Pero las confidencias, las revelaciones que el autor nos presenta acerca de lo sucedido en el pasado, son invariablemente cautivantes. De los diez guiones, hay uno solo que me pareció claramente por debajo del resto, y los otros nueve son maravillosos. Son historias de amor, de lealtad, de sueños rotos, de dignidad, de desencuentros, de injusticias, en las que el sexo en general ocupa un rol muy secundario, más allá de que todas las protagonistas sean "damas de compañía". De hecho, en las casi 340 páginas que tiene el libro, hay una sola página (la primera del octavo relato) en la que Saito nos muestra un garche con alguna intención erotizante, como si buscara levantar la temperatura de los lectores. El resto de las escenas de sexo (hay muchas) son más bien trámites protocolares. Casi 340 páginas, historieta de los años ´70 con bastantes cuadros por página, algunas páginas muy cargadas de diálogo, historias intimistas en las que escasea la acción... ¿no te aburrís? No, porque dibuja Takao Saito. El ídolo acá trabaja en dos registros muy distintos. Las secuencias del pasado, es decir, el núcleo de las historias, están dibujadas en el mismo estilo de Golgo 13, con un claroscuro fuerte, muy dinámico, y las tramas de grises aplicadas como lo indica la tradición del manga de esa época. Fondos muy laburados, personajes más sintéticos, festival de líneas cinéticas cada vez que alguien hace un movimiento más o menos brusco, secuencias mudas de las que los críticos de antes denominaban "cinematográficas"... en fin, lo de siempre, pero a un nivel altísimo. Y en las secuencias del presente, las que abren y cierran cada entrega, Saito se va al carajo y más allá. Acá ensaya un estilo distinto, en base a pinceladas muy sueltas y a un uso increíble de las tramas mecánicas, que por momentos parecen trazos de carbonilla. Estas páginas tienen unos climas hermosos, y unos efectos de iluminación (logrados también con las tramas) muy adelantados a su época, con cosas que muchos años después veríamos en historietas de Fer Calvi, Víctor Santos, Darwyn Cooke... una maravilla. Así que Confidences d´une Prostituée me llevó mucho tiempo de lectura, pero me gustó muchísimo y espero que algún día se publique en castellano, o aunque más no sea en inglés, para que más gente pueda leerlo.
Si creías que Astérix se había ido a la B con la muerte de René Goscinny, ni se te ocurra leer un tomo de Iznogud posterior a la muerte del maestro. Yo tuve la mala idea de leer el Vol.15, La Infancia de Iznogud, que es el primer álbum escrito y dibujado por Jean Tabary, y la verdad que no tiene pies ni cabeza. Además de haber leído de pendejo varios episodios de los que escribió Goscinny, me sedujo la edición, una versión pocket muy barata (la pagué literalmente centavos) de 1987, en la que la historieta está toda remontada para que en vez de 45 páginas ocupe 127. Debe haber alguna que otra viñeta retocada, pero en general se lee perfecto, y lo más importante: al achicar el tamaño no achican la letra, que se ve sin ninguna dificultad. Es un remontaje muy cuidado, sin espacios blancos dentro de la página, sin deformar los dibujos... realmente un gran laburo, para que la historieta llegue a gente que por ahí no puede pagar los álbumes con tapa dura y papel ilustración, pero sí esta versión "para pobres". El problema es que la pobreza se hace presente también en el argumento de La Infancia de Iznogud. Con la torpeza de quien lo hace por primera vez, Tabary se tropieza una y mil veces con una narración que tiene tres o cuatro ejes centrales superpuestos, y ninguno llega a buen puerto. Pasan tantas cosas, narradas de manera tan frenética, que uno siente que leyó siete álbumes, no uno remontado. Pero las ideas no ensamblan bien, los chistes recurrentes que en las historietas de Goscinny aparecían como complemento acá por momentos se comen a la trama central, con la excusa de que hay magos pasan cosas que no tienen ninguna explicación... es un kilombo narrativo que evidentemente se escapa del control del autor. Por momentos, el Gran Vizir trata de parar la bocha y pensar qué carajo está pasando (y cómo puede sacar provecho de la situación), pero enseguida se suceden más secuencias frenéticas, más gags bastante violentos (probablemente los más cómicos) y entran en escena más elementos que empiojan más la narración. El dibujo está muy bien, no me puedo quejar para nada de la labor de Tabary al frente de la faz visual. Para cuando se produjo su debut solista en Iznogud, el autodidacta nacido en Suecia y fallecido en Francia manejaba a la perfección ese estilo suelto, dinámico, super expresivo que había inventado André Franquin en los ´50 y, sin ser un genio, era un narrador sólido que armaba muy bien las secuencias, se rompía el culo en los fondos y transmitía muchísimo con las expresiones faciales. Me guardo el librito por el dibujo y por el formato, que me pareció un hallazgo. Nada más, por hoy. El lunes 13 se cumplen 30 años de la aparición del nº1 de Comiqueando, así que lo más probable es que hagamos una transmisión en vivo en el canal de YouTube para festejarlo. Nos vemos por ahí, y probablemente antes del lunes haya nuevas reseñas, acá en el blog.

sábado, 21 de abril de 2018

SABADO SETENTOSO

Sigo en mis mini-vacaciones de historieta argentina, pero este país tan maldito y tan querido me persigue a todas partes.
Me fui a 1975, cuando DC toma la extraña decisión de darle su propia revista a un villano, y nada menos que al Joker. Por supuesto, el experimento duró poco (apenas nueve episodios), y el resultado es previsiblemente mediocre, pero bueno… leí estas historietas de pibe en las ediciones mexicanas y me sedujo la idea de tenerlas todas en un lindo TPB. La verdad que, leídas con ojos de adulto, es un material que deja gusto a poco.
De los nueve episodios, hay cuatro escritos por Denny O´Neil. Uno es catastrófico (el del actor que se cree Sherlock Holmes), uno es bastante flojo (el de Creeper) y los otros dos, mal que mal , son entretenidos. O´Neil hace que el Joker hable con un vocabulario florido, sofisticado, tal como harían con el Penguin los escritores de la serie animada de Batman de los ´90. Y por supuesto, para que el yosapa se banque mejor el rol protagónico, le amplía el arsenal de trucos, la habilidad para pelear, y hasta intenta armarle un elenquito de personajes secundarios. También hay cuatro episodios firmados por Elliot S! Maggin, todos bastante olvidables, aunque es este el guionista que se anima a darle al Joker un puñado de esbirros fijos, a los que -de a poquito- intenta desarrollar. Y la historia más aceptable, la que más me atrapó, es la que escribe Martin Pasko, contra la Royal Flush Gang. No hay joyas en este libro, pero es interesante ver los malabares que hacían los guionistas setentosos de DC para que el protagonista de la serie sacara en cada episodio aunque sea un empate, después de tantos años condenado a la derrota simplemente por ocupar el lugar de “el malo”.
El dibujante titular de la serie era Irv Novick, un dibujante ya veterano en los ´70, que en esa época tenía a su cargo también la serie mensual de Flash (The Joker era bimestral). De chico me gustaba mucho Novick, y hoy me resultó un poco soso, un poco aburrido. Por suerte hay un episodio en el que lo entinta el glorioso José Luis García López, que lo levanta muchísimo. Y dos episodios en los que el propio García López (nacido en España, pero criado y formado como profesional en Argentina, de ahí la referencia ineludible a la historieta nacional) se hace cargo del dibujo y la recontra-rompe. Incluso con páginas muy cargadas de texto, incluso con los colores estridentes y espantosos de aquella época, el dibujo de García López ostenta sublime majestad y casi justifica por sí solo la compra de este broli.
Me voy a 1986, cuando el sensei Takao Saito se decide a publicar en inglés cuatro libros de Golgo 13, para lanzar su editorial (Leed) en Estados Unidos. El primer tomo reúne una historia larga y una corta. La larga le da el título al libro, y es Into the Wolves´Lair, la historia escrita y dibujada por Saito en la segunda mitad de los ´70 (no encuentro el dato exacto). En esta misión, el implacable mercenario es contratado por el Mossad para liberar a un agente secreto israelí, prisionero del Cuarto Reich, un ejército nazi que planea la conquista del mundo desde su guarida… en los subsuelos del aeropuerto de Ezeiza, acá en las afueras de Buenos Aires. Man, es un karma: autor ponja, edición yanki… y la trama sucede acá en Argentina.
Y está bastante bien, dentro de todo. El dibujo es magnífico y Saito se toma el trabajo de explicar todo muy bien, de reforzar mucho el verosímil para que no te cagues de risa cuando Golgo triunfa en una misión absolutamente imposible, en la que tiene que zafar de peligros extremos, uno atrás del otro, sin parar. Obviamente esto no alcanza para compensar la excesiva simpleza del argumento (hay un solo giro sorprendente, y llega a siete páginas del final) ni la nula empatía que me generan Golgo 13 y su accionar.
La segunda historia es mucho más breve (46 páginas) y tiene la enorme ventaja de funcionar como una crónica de algo que en su momento (fines de los ´70, principios de los ´80) era noticia en todos los diarios del mundo: la invasión soviética en Afganistán. Esta vez, la intervención de Golgo tiene que ver con un contexto político y económico absolutamente real, que Saito explica coherentemente y que ofrece aristas polémicas: no hay un villano claro, ni una víctima clara, tampoco. En ese terreno gris, la misión de Golgo tiene mucho más sentido. Saito la remata rápido, sin perder tiempo en boludeces, y sin que el protagonista transpire una sóla gota. De nuevo, el ancho de espadas está en el dibujo y en la construcción de las secuencias, que es un roller coaster infernal, violento y adictivo. Si sos fan de Golgo 13, contratá un mercenario que te rastree estos cuatro libros editados por Leed en los ´80, que hoy son muy jodidos de conseguir.
Y hasta acá llegamos. Vuelvo pronto con más reseñas (seguro volveré a leer material argentino reciente), y atenti que el martes hay función de prensa de Avengers: Infinity War.

martes, 5 de septiembre de 2017

MARTES POR LA MADRUGADA

Martes por la madrugada, abro los ojos y puteo a la almohada. ¿Qué hago despierto a las 7:30 AM? No sé… pero aprovecho para sentarme a escribir reseñitas de lo último que leí.
Empiezo en Argentina, Diciembre de 2016 (ya estamos ahí de 2017), cuando Comiks Debris publica por primera vez en nuestro país una obra del chileno Marko Torres. Super Ninja Kururo es un trabajo BRILLANTE, una historieta de aventuras y humor con un ritmo fabuloso, personajes entrañables y una efectividad cómica al nivel de los mejores dibujos animados. Lo único choto es que en un momento se termina, pero por suerte Torres deja abierta una puertita para que eventualmente aparezca una secuela.
El dibujo es sintético y poderosísimo, con todo para enganchar a los más chicos. El color es excelente, las piruetas narrativas que despliega Torres son atrapantes y los trucos que se le ocurren para no matarse dibujando fondos son absolutamente legítimos. Super Ninja Kururo es de esas historietas que te hacen sentir que de nuevo sos un borreguito de 8-10 años, envuelto en una aventura fantástica que te impacta, te entretiene y te saca sonrisas y carcajadas. Me hice fan a pleno y la recontra-recomiendo.
Me clavé el Vol.2 de Breakdown, de Takao Saito, y lo empecé con bastante escepticismo, porque el Vol.1 no me había convencido demasiado. Bueno, olvidate. El Vol.2 está bárbaro y me dejó con las re-ganas de conseguir el 3 y el 4. Ahora sí, empiezan a pasar un montón de cosas grossas, y lo más importante: Saito no sólo te golpea con los sucesos grandilocuentes (terremotos, tempestades, inundaciones) sino que utiliza estos sacudones extremos para hablar también de lo micro, de la gente, de nosotros. Breakdown en inglés significa Colapso, y esta es la historia de un mundo colapsado, en el que colapsan la organización social y –sobre todo- los valores de la gente. Pronto queda claro que lo único parecido a un bueno es Otomo, el protagonista. Y el resto son sobrevivientes, tipos y minas dispuestos a todo por no ser la próxima víctima del hambre, las enfermedades o los cataclismos naturales.
Además de bajar línea de manera cada vez más extrema, Saito deja la vida en la narrativa, que es –como siempre- el punto más alto en la obra de este autor fundamental para entender el manga moderno. Con silencios, con acercamientos extremos, con ángulos imposibles, Saito logra hacernos sentir el dramatismo, la desesperación por la que atraviesan los personajes, lo jodido que es seguir siendo humanos cuando uno vive tan al límite. Me pongo en campaña para capturar el Vol.3, porque este tomo terminó en un momento tremendo, y me quiero enterar cómo sigue. Si las 700 páginas que me falta leer se parecen a las 350 del Vol.2, la timba garpa a full.
Y cierro con una breve glosa de otro librito aparecido en Argentina a fines de 2016: El Jardín Increíble, de Pedro Mancini. A mí siempre me pareció bastante choto que los libritos que recopilan tiras publiquen una sóla tira por página, y esta vez no es la excepción. Entiendo que Mancini dibujó sólo 62 tiras, y publicadas de a dos o tres por página, quedaría un libro muy finito. Pero bueno, hay que usar la imaginación, meter este material como complemento de otras historetas del mismo autor, no sé… algo, como para no terminar armando el libro con una sóla tira por página.
En cuanto a la calidad del material, no me puedo quejar en lo más mínimo. El Jardín Increíble está lleno de ideas geniales y de dibujos maravillosos. Es uno de los trabajos de Mancini que más disfruté, donde se lo ve más accesible, menos ensimismado, con más ganas de compartir su mundo delirante con los lectores, donde la belleza de su dibujo está más puesta al servicio de la riqueza de sus ideas, de la gran variedad (y apabullante efectividad) de recursos que maneja a la hora de encarar el humor. En general, me gustaron más las tiras en las que Pedro narra en secuencia de varias viñetas que las que están 100% jugadas a una única imagen, pero la verdad es que en estas también hay muchísimo vuelo y muchísima comicidad. Si sos fan de Mancini, o si querés descubrir por qué tanta gente está fascinada con este autor, no dejes de visitar El Jardín Increíble.
Gracias por el aguante y volvemos pronto con nuevas reseñas.

martes, 27 de junio de 2017

LECTURAS DE INVIERNO CON CALOR

En estos días de invierno en los que hizo calor, aproveché para avanzar un poquito con las lecturas.
Loco Rabia recuperó en 2016 un clásico de Carlos Trillo y Cacho Mandrafina gestado a fines de los ´90 y que nunca se había editado en el país. Viejos Canallas es una especie de secuela de Spaghetti Brothers (o Fratelli Centobucchi, como se la conoce en algunos mercados), que se entiende perfectamente sin haber leído esa extensa serie realizada para los semanarios de la ex-Eura entre 1993 y 1997. Obviamente si leíste todo Spaghetti Brothers pescás un montón de referencias que hace Trillo en esta obra, pero al mismo tiempo, algunas de las cosas que vemos acá pueden parecerte redundantes. O sea que no sé si es mejor o peor haber leído Spaghetti Brothers.
Viejos Canallas, ambientada 25 ó 30 años después de la serie original, es una gran historia en sí misma. No sólo un cierre perfecto para la saga de estos cinco hermanos con muchos guiños a la etapa anterior. El personaje de James es el menos atractivo, y Trillo lo usa para guiar al lector por el mundo tragicómico de la familia Centobucchi, donde lo que sobra son los personajes fascinantes. Incluso con un personaje menos que en Spaghetti Brothers (porque Frank está muerto), la trama familiar que urde Trillo te atrapa desde el principio y te mantiene entusiasmado hasta el final gracias a un amplio arsenal de recursos y golpes de efecto entre los cuales destaco uno: la crueldad. Esta es una obra del Trillo jodido, el Trillo mala leche, políticamente incorrecto, capaz de regodearse en la peor mierda. El personaje de Amerigo Centobucchi (lejos, el más importante, pese a que no llega vivo al final) es el clásico personaje de este Trillo maligno: violento, depravado, sórdido, perverso, 100% irredimible ni siquiera cuando los años lo reducen a ser un viejito hecho mierda. Y el manejo apabullante del humor negro que despliega Trillo logra que las atrocidades que hace Amerigo nos causen gracia, mucha gracia, lo cual es un montón.
Hay muchísimos más logros en los guiones de Viejos Canallas, pero me quiero concentrar en el dibujo de Mandrafina, rarísimo para una obra que se publicó por primera vez en Francia. Pocos fondos, muchos primeros planos, mayoría de páginas de seis cuadros… todo muy bien dibujado, pero a años luz de lo que compran habitualmente los editores franceses. Y en los flashbacks, Cacho se va a la mierda, mal. Ahí cambia el claroscuro y la mancha por un trazo más fino, más complejo, muy basado en unas tramas exquisitas, dignas del mejor Enrique Breccia. Los guiones lo obligan a saltar todo el tiempo entre la década del ´30 y fines de los ´50 y Cacho salta sin problemas, siempre con un manejo impecable de la documentación. Un trabajo hermoso de este virtuoso del Noveno Arte.
De esta misma época (1995-97) es Breakdown, una extensa obra en cuatro tomos del sensei Takao Saito, precursor del gekiga mundialmente famoso por ser el creador de Golgo 13. Como en su obra más popular, acá no hay chistes ni elementos fantásticos. Todo se centra en dos personajes, un periodista inexperto y su jefe, un inescrupuloso director de un noticiero de TV, que sobreviven a una catástrofe sin precedentes causada por un meteorito cuyos fragmentos impactan contra la Tierra.
La calidad del dibujo es magnífica, pero la verdad que en este primer tomo la trama avanza demasiado lento. En 350 páginas Saito no hace mucho más que presentarnos a los protagonistas y al conflicto central de la obra. Me encanta la libertad que tiene, que se nota muchísimo (de hecho, Saito es su propio editor)… no me gusta tanto lo que hace con esa libertad. Secuencias enteras, páginas y páginas, que podrían tranquilamente no estar, y que probablemente, si Breakdown hubiese tenido que pasar por el filtro de un editor, no estarían. En rigor de verdad, Saito usa hasta las escenas más irrelevantes para sumarle realismo y dramatismo a lo que nos está contando. Si su objetivo es que uno se ponga nervioso, esas escenas estiradas al pedo contribuyen a lograrlo.
Pero por otro lado, el autor nos está planteando un conflicto inmenso, de escala global, del cual en 350 páginas nos mostró menos que la puntita. Entonces es válido pensar cuánto nos puede llegar a mostrar en los tres tomos que faltan y decir “¿me estoy por comer otras 1.000 páginas en las que la trama se va a arrastar con la velocidad de un caracol cuadriplégico? ¡Me voy a la mierda!”. Yo compré sólo los dos primeros tomos (los que vi en oferta), así que en cualquier momento me clavo el segundo, y en base a eso decido si busco la mitad que me falta o si cuelgo ahí. El dibujo y la narrativa son fabulosos, hay varios diálogos copados, un subtexto punzante y atractivo, pero desconfío seriamente de que, al ritmo que va Saito, le alcancen 1400 páginas para desarrollar razonablemente la historia.
Nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas, acá en el blog. Y si este finde andás por San Nicolás o Rosario, acercate a Villa Constitución, que voy a estar ahí, participando del evento Villa Viñetas junto a autores muy grossos del ámbito nacional.

martes, 29 de marzo de 2011

29/ 03: LOS MEJORES 13 EPISODIOS DE GOLGO 13 Vol.2


Bueno, por fin una cuenta regresiva que funciona! Se suponía que las seis historias de este segundo tomo iban a ser mejores que las siete del primer tomo, porque era una especie de ranking, una cuenta regresiva hacia el episodio que –según los lectores japoneses- es el mejor de la longeva serie creada por Takao Saito a fines de los ´60. Y la verdad es que acá vemos un par de obras maestras del gekiga, que se podrían contar tranquilamente sin meter en el medio a Golgo 13 y aún así nos emocionarían por su potencia y su dramatismo.
La primera historia del libro (o sea, la que ocupó el sexto puesto en el ranking) está entre mis favoritas: El Testamento de Mao Zedong (de 1981) es un thriller apasionante, en el que Saito tira una increíble cantidad de data acerca de la infancia de Duke Togo, más conocido como Golgo 13. Por supuesto, no es muy verosímil que a un chiquito de sólo 3 años le pase en tan poco tiempo todo lo que –según esta historia- le pasa a Golgo, pero la trama del presente es tan atrapante y la resolución tan impactante, que se puede dejar pasar un poco de fruta en el flashback. Esta historia además retoma puntas de una del tomo anterior, la de la novelista inglesa que quiere convertir a Golgo 13 en protagonista de uno de sus libros.
La segunda es decididamente menor: el rol de nuestro francotirador favorito es chiquito, casi intrascendente, y todo el énfasis está puesto en un drama humano medio pavote: la obsesión y la envidia de un violinista genial que se está volviendo loco y quiere ver fracasar al nuevo capo del violín, que además es ruso y comunista. El dibujo es excelente (al igual que en la historia anterior), pero el guión es lineal y predecible.
La tercera es otro thriller sorprendente, esta vez más orientado a lo científico. Son casi 120 páginas en las que no podés respirar. Y lo más grosso: acá Golgo es el bueno! O mejor dicho, para salvarse a sí mismo, termina por salvar miles y miles de vidas humanas! Y algo más grosso aún: Saito rompe totalmente la fórmula. Acá nada se resuelve cuando Golgo mata a alguien. El mercenario resuelve a la Batman, con intelecto, con habilidades científicas que –por ser él- sospechamos que siempre tuvo, pero que nunca había pelado. Una vuelta de tuerca muy, muy interesante.
La cuarta historia es una joya del gekiga, un relato tenso, repleto de obsesiones y traiciones, en el que Golgo virtualmente no aparece. El protagonista es un viejo policía que investiga un asesinato misterioso, que lleva décadas sin resolverse y que también podría estar vinculado a la infancia de nuestra máquina de matar. Una verdadera novela gráfica (más de 140 páginas), realmente terrible, compleja y asfixiante.
La quinta pareciera ser una de las muy, muy primeras historias creadas por Saito. Es del ´69, año en que se empezó a editar la serie, y el dibujo está mucho más crudo que en los otros episodios. El guión tampoco es gran cosa, con lo cual supongo que el atractivo debe pasar por el valor histórico de la historieta.
Y la elegida como la mejor de todas, es la excelente Kensaku Azuma, el Japonés. Otro relato centrado en la investigación y en datos borrosos acerca del pasado de Golgo 13, esta vez con el periodista estadounidense Mandy Washington (que volverá varias veces) como hilo conductor de la trama. Acá el dibujo, especialmente en los flashbacks, brilla como pocas veces, y –de nuevo- Duke Togo tiene un rol menor, casi más de testigo que de protagonista. Como en todas las novelas de investigación, a veces los datos clave aparecen medio traídos de los pelos, pero esto no llega a hacer ruido, ni a empantanar la fuerza dramática de la trama.
Golgo 13 es la nada misma. Es un chabón sin onda, ni sentimientos, ni conflictos internos, ni nada. Casi no habla, casi no se agarra a trompadas, en algunas aventuras casi no aparece. Negocia tarifa, cobra en efectivo y boletea a quien haga falta, o a quien lo moleste/ persiga/ cuestione. Se me ocurren pocos personajes tan unidimensionales. Y aún así, no sé cómo, funciona a la perfección, como vehículo para que el sensei Saito cuente, década tras década, un montón de historias alucinantes. Ojalá haya Golgo para rato.

martes, 8 de marzo de 2011

08/ 03: LOS MEJORES 13 EPISODIOS DE GOLGO 13 Vol.1


En 2002, cuando esta longeva serie se acercaba a los 35 años de publicación ininterrumpida, la editorial Shogakukan propuso un juego: por un lado los lectores y por el otro el autor elegirían los 13 mejores episodios de Golgo 13 para una recopilación especial. En España no se publicaron las dos selecciones, sino sólo la del público y fue Glénat quien reunió esas 13 historias en dos tomos de gran volúmen y gran atractivo para quien no se quiere clavar buscando los más de 160 tomos recopilatorios que tiene este manga en Japón.
El autor (no lo nombré a propósito) es el maestro Takao Saito, uno de los emblemas del gekiga, que aparece a veces como amigo y a veces como rival de Yoshihiro Tatsumi en la fundamental A Drifting Life. Los caminos de ambos maestros se bifurcaron mucho desde la irrupción de Golgo 13 allá por fines de 1968: Tatsumi se dedicó cada vez más a los mangas de temática social y fuerte contenido autoral, y Saito se volcó a historias más comerciales, en géneros más populares como el thriller y los samurais. A Saito le fue tan bien que se convirtió en jefe de Saito Productions, el estudio que lo secunda en la realización de sus mangas, y hasta se da el lujo de auto-editar los tomos recopilatorios de sus obras y de las de sus asistentes a través del sello Leed.
Si te gusta el comic, seguro tenés una mínima idea de quién es Golgo 13. Si no, las siete historias de este tomo te lo pintan de cuerpo entero. La primera (la del aeropuerto) es la más floja, y de ahí en más, agarrate fuerte. La segunda es una típica historia de Golgo 13, de las buenas: tiene un trasfondo socio-político atractivo (la explotación latifundista del pobre campesinado guatemalteco) y por lo menos un giro argumental que nunca te ves venir. Por supuesto, no hay giro que alcance a desestabilizar a Golgo, pero para el lector, la sorpresa está.
La tercera historia es rara, porque el perfecto asesino acá es la presa. Al principio, después se las ingeniará para volver al rol de cazador y cobrarles muy caro a los que osaron provocarlo. Acá Saito rompe totalmente el esquema de la serie, con muy buen resultado. La cuarta es la más breve (39 páginas) y tampoco encaja en el molde de la mayoría de las historias, aunque acá sí, Golgo tiene la misión de boletear a un tipo difícil de boletear. El argumento le da al autor una excelente excusa para esbozar una explicación científica de por qué Golgo se banca las cosas que se banca, y además introduce a un personaje que hubiese estado muy bueno retomar para otras sagas.
La quinta historia también nos muestra a Golgo como co-protagonista: buena parte de la atención está puesta en Railly, un hiper-soldado yanki quien sostendrá un duelo a muerte con nuestro hitman favorito. Acá también ameritaba un giro final que dejara a Railly en carrera, pero para Saito no hay “tu tía”: si le tocás el culo a Golgo, dormís bajo tierra forever. En la sexta historia, Golgo vuelve a compartir escenario con una experta asesina y Saito, en vez de dejarla viva, nos revela en un flashback detalles de historias pasadas (nunca publicadas, claro) entre el ídolo y Eva Cruegman. Y la historia que cierra el tomo es la más extensa (más de 130 páginas) y también la más política y la que le reserva a Golgo un rol más pequeño (de hecho aparece recién en la página 82). Lo que arranca como un thriller financiero se carajea para el lado de una revolución que amenaza con teñir de sangre a Japón y Golgo, hijo de puta y amoral como será siempre, interviene para impedir el conflicto, obviamente por una buena suma de dinero.
La última historia es la única en la que el dibujo se ve medio pedorro, medio sacado con fritas para zafar. En las historias restantes, entre la documentación fotográfica, el laburo a destajo de los asistentes y su propio talento (que no es poco), Saito nos obsequia mangas preciosamente dibujados, largas secuencias construídas para acentuar la tensión, grandes escenas de machaca y explosiones y hasta garches bastante elegantes, aunque sus minitas no sean tan lindas como las de Buichi Terasawa, por ejemplo.
Si te bancás a un protagonista malo, infalible y con menos emociones que esos campeonatos españoles donde el Barcelona siempre le lleva 18 puntos al que va segundo, Golgo 13 te puede hacer pasar un muy buen rato. Pronto vuelvo con el Vol.2.