el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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viernes, 3 de mayo de 2013

03/ 05: TALK DIRTY

Al final, en American Virgin se hablaba mucho de coger pero –a la hora de los bifes- se cogía bastante poco. Así que hoy me tiro de cabeza a un comic bien porno, o en realidad, atípicamente porno.
Talk Dirty fue realizada por el alemán Matthias Schultheiss entre 1992 y 1993, justo en el momento en el que el ague de la historieta porno parecía poder salvar de la inanición y el olvido a un montón de grandes autores europeos, que veían con desazón cómo se caía a pedazos el otrora próspero circuito de las antologías de comic para adultos. Ahora los adultos esperaban el álbum y las revistas se llenaban con historietas de escaso atractivo artístico y altísimo voltaje erótico, apuntadas sobre todo a los pajeros y los chicos que, por su corta edad, no tenían acceso (en Europa, donde ese tipo de reglas se respetan) a las revistas con fotos de verdaderas minas en bolas y tipos garchando.
En ese contexto de bastante berretada, Talk Dirty brilla y se destaca gracias a su clima enrarecido, enigmático, al misterio que envuelve a esos dos garches a los que Schultheiss les dedica buena parte del libro. Sí, a pesar de estar centrada en los polvos (¿qué digo “polvos”? Recontrapolvazos!) entre el hombre y la mujer anónimos, Talk Dirty conserva una atmósfera de sensualidad y sofisticación muy marcada, que no le permite derrapar nunca (ni siquiera en la extensa secuencia del trío con Angela) hacia la cosa chabacana, soez, cabeza. De hecho el libro termina (acaba, en este caso) con una secuencia de siete páginas de infrecuente lirismo para una historieta de meta y ponga.
El objetivo principal de toda historieta porno, que es subirle la temperatura al lector, se cumple con creces. La obra tiene 80 páginas y es imposible pasar de la 36 ó la 37 sosteniendo el libro con las dos manos. El in crescendo en la tensión sexual entre los protagonistas llega a su climax en esas páginas, en la secuencia del polvo bajo la lluvia en la parte más alta de la grúa, en ese puerto abandonado y semi-devastado por una guerra de la que no sabemos nada. De hecho, la historieta podría terminar en la página 46, en el epílogo de ese garche, y estaría todo bien. O faltaría la secuencia poética del final, nomás.
De la página 47 a la 73 tenemos otra larguísima escena de sexo, esta vez de a tres, y con un plus de perversión interesante: Angela es travesti y se está por operar para ser 100% mujer. Pero en su función despedida, un conspicuo muñeco repartirá alegrías y dolores por todos los orificios, tanto del varón como de la mujer. O sea que Schultheiss se prodiga en poses y contorsiones muy variadas, en las que todos dan o reciben algo, y donde lo único que no se muestra gráficamente (aunque sí se las nombra todo el tiempo) son las eyaculaciones. Este tramo podría tranquilamente no estar y no cambiaría mucho el concepto acerca de la obra. Pero bueno, como vuelta de tuerca, y en el contexto del género porno, zafa.
Schultheiss se juega una carta brava al manener los textos (diálogos y relato en off) por afuera de las viñetas, como hizo tantas veces Kyle Baker. Por otro lado, rompe en muy pocas páginas una grilla de cuatro o cinco viñetas de igual tamaño, todas de formato horizontal (widescreen). Lo primero, dificulta un toquecito la narrativa, porque te colgás mirando los dibujos (para deducir qué pierna, lengua o verga corresponde a cada personaje) y cuando llegás al texto este se siente un tanto inconexo. Lo segundo enfatiza la sensación de estar viendo una película y suma mucho a la narrativa, al igual que la increíble variedad de ángulos desde los que el autor enfoca estas escenas. Sobre el final del libro, aparecen seis páginas a todo color, y un texto que nos cuenta que originalmente Schultheiss pensaba hacer todo el libro de esta manera. Finalmente se decidió (no se sabe si por voluntad propia, o se lo impuso algún editor) por esta versión en blanco y negro, con unos grises fastuosos y exhuberantes, logrados con un maravilloso trabajo de aguadas. Esas paginitas a color se ven tan, pero tan bien, que si hubiese bancado las 80 páginas con esa técnica, estaríamos hablando de la mejor historieta porno de la historia. En blanco, negro y grises está muy bien, pero a los fans de Schultheiss nos gusta –por sobre todas las cosas- la particular forma de colorear que tiene el alemán.
Por supuesto se me ocurren 1800 historietas mejores que esta para recomendar, pero si seguís la obra de Matthias Schultheiss, o si te habías propuesto encontrar historietas de fuerte impacto erótico que no insulten tu inteligencia y que no chorreen vulgaridad, Talk Dirty es sin dudas un título a tener en cuenta. Está editada en castellano, inglés, francés, alemán... así que a comerla. Digo, a buscarla.