el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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miércoles, 12 de septiembre de 2018

MIERCOLES DE MUJERES

Por fin tengo un rato para escribir reseñas…
En 2016, y después de mucho franeleo previo, Grant Morrison nos obsequió su versión de Wonder Woman, como parte de la línea Earth One. La novela gráfica me generó una enorme expectativa, porque soy fan del Genio de Glasgow, de Wonder Woman y de Yanick Paquette, el dibujante elegido para ponerle imagen a las ideas de Morrison. Esta vez, el resultado no estuvo a la altura de la expectativa. Los dos primeros tercios de la novela (unas 70 páginas) nos cuentan el origen de Wonder Woman, básicamente la historia que ya nos sabemos de memoria, con mínimas modificaciones y con bastante habilidad por parte del guionista para no dejar nada afuera: ni los elementos bizarros de la versión original del personaje (el rayo púrpura, el barro que cobra vida, el avión invisible, el torneo entre las Amazonas, etc.) ni los que se sumaron en tiempos más recientes (el rol de Heracles, la mayor integración de elementos mitológicos, la total naturalidad de las parejas lésbicas entre las súbditas de Hippolyta). A Morrison se le ocurre estructurar gran parte de la novela como si fuera un juicio, lo cual permite la entrada y salida de personajes que aportan sus testimonios a modo de flashbacks, para que dilucidemos junto con los protagonistas qué eventos llevaron a Diana a estar prisionera (atada con cadenas, típicas de los episodios de la Golden Age) en su propia tierra.
En el último tramo la novela mejora considerablemente y empiezan a pasar cosas que no estaban en el marco de lo obvio. Paradojas del destino, el personaje que más onda le insufla a la novela es Etta Candy, quien en las historias clásicas era un lastre, un personaje que quería ser simpático y resultaba insufrible, casi peor que Jimmy Olsen. Y el pobre Steve Trevor (en esta versión un milico afroamericano) aparece muchísimo pero se luce muy poco. Con el verdadero rol de Diana revelado y con una excusa bastante coherente para que la princesa amazona interactúe con el mundo patriarcal, Morrison dice “hasta acá llegamos” y cierra este primer episodio de modo bastante decoroso.
Paquette, por su parte, se queda a mitad de camino. Arranca a un nivel glorioso, sorprende con el diseño de las páginas, con esas viñetas ornamentadas y desplegadas casi con la calidad de J.H. Williams III en Promethea, pero pasada la página 16 entra en la modalidad de mezquinar horrendamente los fondos y repite mucho el plano general en el que las (bellísimas) mujeres aparecen de cuerpo entero mirando a cámara. En realidad son unos cuantos los planos que se repiten mil veces a lo largo de la novela y si bien hay momentos de más riesgo, o de más impacto, la sensación que me queda es la de un dibujante decidido a apostar a lo seguro, a no complicarse la vida y a complacer a los fanáticos de lo que los yankis llaman “good girl art”. Una pena, porque Paquette demostró que está para más, que tiene talento de sobra para aspirar a metas más ambiciosas que clonar correctamente a Frank Cho. Sin dudas esta primera novela me copó menos de lo que esperaba, pero todavía hay margen como para (eventualmente) darle una posibilidad al Vol.2.
Tarde pero seguro, me toca empezar con el material argentino publicado en 2018, y en este caso es un librito de humor gráfico, donde hay poca narrativa secuencial. La poca que hay está lastrada por la decisión de la autora, Tiana, de pensar todas las viñetas del mismo tamaño. De hecho, TODA su producción parece ser del mismo tamaño y en el librito algunas viñetas aparecen de a cuatro por página y otras a página completa. Pero sospecho que Tiana realizó estas viñetas para la web y ahí aparecieron todas en un mismo tamaño.
Por suerte me encontré con un dibujo muy logrado, obra de una autora sumamente afianzada en un estilo, con algún problema menor en las viñetas en las que los fondos son muy oscuros, que quizás se deba a un malentendido de la imprenta. Y lo más interesante: este dibujo plástico, amistoso, de fácil comprensión, casi icónico, está puesto al servicio de chistes realmente graciosos, que funcionan muy bien. Tiana juega al stand-up comedy con reflexiones agudas sobre temas cotidianos (muy apuntadas al target de mujeres de 25-35), pero también aborda temas como las redes sociales, los juegos de palabras (sumamente ingeniosos) y el humor nerd, con chistes que van de Star Wars y la Liga de la Justicia a Game of Thrones, Mario Bros., Alf o el dinosaurio Barney, sin dejar de lado todo tipo de vampiros, robots y alienígenas. O sea que me gustó mucho el dibujo y me reí bastante, dos puntos cruciales a la hora de evaluar un libro de humor gráfico. Si aparecen nuevas recopilaciones de chistes de Tiana (sobre todo de una sóla viñeta), cuenten conmigo para comprarlas.
Y no hay nada más, por ahora. Creo que este finde estoy en Paysandú, Uruguay, así que no sé si voy a poder postear en breve, o recién la semana que viene. Muchas gracias a todos los que se acercaron a saludarme en el FIC de Santiago de Chile y nos reencontramos pronto, acá en el blog.

jueves, 26 de enero de 2017

TRES DE TRASNOCHE

Debía desde principios de Diciembre la reseña del Vol.2 de Terra Obscura, y acá está.
No hay mucho para agregar a lo ya dicho cuando comentamos el Vol.1 (02/12/16), pero bueno… Alan Moore y Peter Hogan nos cuentan en más de 130 páginas una historia que daba para ser condensada en… 64 páginas como mucho, y sin embargo se hace llevadera porque la estiran con algo que les sale bárbaro, que es el desarrollo de personajes. Tom Strange, Pantha y Diana se llevan los roles protagónicos y eclipsan bastante al resto del elenco, mientras reciben un trato excelente por parte de los guionistas, que nos logran convencer de que son seres tridimensionales. Los flashbacks al pasado de los personajes están perfectamente intercalados, los diálogos son redonditos… todo muy lindo. No al nivel de las obras fundamentales del Mago de Northampton, pero muy bien.
El dibujo de Yanick Paquette está mejor que en el Vol.1, pero todavía le falta un poco más de impronta personal. Este es un Paquette todavía muy pegado a esa estética tipo Terry Dodson, con las mujeres excesivamente tetonas, complementado con unas tintas de Karl Story que hacen que algunos rostros parezcan dibujados por Kevin Nowlan y otros por Chris Sprouse. Obviamente estamos hablando de influencias que provienen de muy buenos dibujantes, con lo cual está claro que todo se ve muy bien, y además el canadiense no falla en la narrativa ni se tira a chanta con los fondos. Si alguna vez te imaginaste cómo sería la Justice Society escrita por Alan Moore, en Terra Obscura vas a encontrar las respuestas.
Relatos de Guerra del Teniente Koinsky complia dos historietas de 22 páginas escritas y dibujadas por el maestro Hugo Pratt… probablemente en la segunda mitad de los ´70, aunque en la edición española no hay ningún dato al respecto. El título, además, es medio un engaña-pichanga porque Koinsky (protagonista de Los Escorpiones del Desierto) no aparece ni a saludar.
Estas historias se parecen más a las de Ernie Pike, en el sentido de que narran acciones bélicas de la Segunda Guerra Mundial, sin indagar mucho en los personajes que las protagonizan. Sin embargo, el Tano Pratt se las ingenia para meter pinceladas de caracterización y hasta un cierto humor, incluso en el contexto adverso en el que suceden los hechos. La primera historia transcurre en la selva, entre Birmania y Siam, y los protagonistas son un comando aliado que combate con los japoneses. En la segunda, australianos y neozelandeses se enfrentan a los alemanes en el desierto del norte de África.
Los argumentos están tomados de hechos reales, siempre con la guerra como verdadero villano, siempre con los muchachos del Eje haciendo gala de una puntería sólo comparable con la de Pato Bullrich después de una damajuana de tinto. En la primera historia, además, Pratt ensaya un jueguito de “hechos alternativos”, de una realidad que resulta no ser la realidad. Y le sale muy bien. En la segunda historia, mientras tanto, brilla el talento para dibujar vehículos y maquinaria bélica de los asistentes del Tano, que la tenían clarísima. El dibujo del maestro, impecable de punta a punta, en el equilibrio justo entre el realismo aventurero y la síntesis.
Cierro con The Coverman, una novela gráfica de 2016, escrita por Ariel Grichener y dibujada por Sebastián Sala, la dupla con la que nos cruzáramos el 13/02/15. La trama gira en torno al clásico pacto faustiano y además incorpora varios elementos metafísicos y religiosos que ya son un clásico en el comic: ángeles, demonios, purgatorio, infierno, etc. También el tema del rock´n roll, aunque (como la historieta no tiene sonido) no se llega a explotar todo su potencial, y un elemento que sí rinde mucho que es la ambientación tipo road movie que tiene el guión.
Entre eso, la acción y la atención por los climas, Grichener nos mantiene bastante involucrados hasta el final, aunque nos hagan ruido esos diálogos escritos en “imitación del castellano neutro de las películas yankis mal dobladas en Centroamérica”. El dibujo de Sala es dinámico, está apoyado en el claroscuro como principal recurso expresivo, y complementado con una correcta aplicación de grises en el Photoshop. Ni el guión ni el dibujo son recontra-originales, pero –si no lo agarrás convencido de que vas a leer una obra maestra- The Coverman no decepciona en lo más mínimo.
Gracias por el aguante y nos reencontramos ni bien tenga más libros leídos.

viernes, 2 de diciembre de 2016

DOS DE DICIEMBRE

Retomamos las reseñas en el último mes de este extraño 2016.
Arranco con el Vol.1 de Terra Obscura, un TPB que me compré sólo porque lo vi muy barato. El nombre de Alan Moore en la portada no me sedujo, porque sabía que el rol del Mago de Northampton en el equipo creativo era mínimo, apenas un co-creador de los personajes y el argumento general. El guionista posta, el que se arremanga para escribir cuadro a cuadro estas 150 páginas, es Peter Hogan, que nunca estuvo entre mis favoritos.
Sin embargo, este primer tomo no está mal. Sobre todo si te gusta la Justice Society. Esto es un comic de la JSA apenas disfrazado, con los clásicos personajes de la Tierra-2 de DC mínimamente camuflados. No se podría contar esta historia con la JSA sólo porque uno de los personajes emblemáticos cambia de bando y ocupa el rol del villano. Todo lo demás, es perfectamente traducible a la mitología del legendario grupo de DC. Lo único medio choto es que Hogan dedica muchas páginas a presentar a personajes cuyo rol en la trama es mínimo, pero bueno, me imagino que tendrán más protagonismo en el segundo tomo, y que este (con los personajes ya presentados) se volcará más a la machaca (que tampoco escasea en este primer tramo).
El resto está bien, hay un buen equilibrio entre misterio, acción y desarrollo de personajes y cada tanto aparece un sutil toque de comedia. O sea que, si sos muy fan de la Justice Society (o al revés: si no sos fan de la Society pero no te molesta ver cómo dos ingleses juegan a reversionarla sin ninguna restricción), te vas a divertir. El dibujo está a cargo de un Yanick Paquette bastante menos elegante que en sus trabajos más recientes, todavía muy pegado a la estética de Terry Dodson en la que todos los tipos son fisiculturistas y todas las minas mega-vedettes con tetas gigantes. El entintado de Karl Story le agrega, además, detalles en los rostros que nos recuerdan a Kevin Nowlan o a veces a Chris Sprouse, quien co-creara a varios de estos personajes en una saguita de Tom Strong escrita por el Mago. El dibujo no es choto ni mucho menos, pero por suerte en los laburos posteriores Paquette logró romper este molde adocenado y encontrar en su trazo rasgos más propios y más lindos. Prometo entrarle al Vol.2 el año que viene.
Vamos con Hermano, una colaboración entre Darío Fantacci y Pedro Mancini que se publicó originalmente en la revista Ultramundo y este año salió recopilada en un muy lindo librito. Así, de movida, me animo a decir que nunca vi a Mancini dibujar tan bien como en estas páginas. Todo lo que me gusta de la estética de Mancini, acá está llevado al límite. Todos los desafíos que le plantea el guión están resueltos con jerarquía. El cross-hatching enfermizo está más enfermizo que nunca, la imaginería de Mancini, las cosas que inventó y las que heredó de Moebius, todo brilla en estas 70 páginas como nunca antes y nunca después. Si sos fan de Pedro, no lo dudes un segundo: este libro lo tenés que tener sí o sí.
¿Y qué onda el guión de Fantacci? Es muy raro, pero efectivo. Evidentemente, Darío conoce muy bien a Pedro y juega todo el tiempo a potenciar desde el guión las virtudes de su dibujante. La historia tiene muy buen ritmo, está llena de simbolismos, y hasta te invita a reflexionar. No es un guión fácil de encasillar. No es una aventura convencional, no llega a ser “una de misterio”, no es exactamente una historia de introspección, ni de ternura freak, la trama romántica no cobra preponderancia, la bajada de línea socio-política es muy sutil… y tampoco es una fumanchereada que no se entiende un carajo, ni una mera sucesión de excusas para que Mancini dibuje lo que se le da la gana. Hay una historia, hay una profundidad, hay una mirada propia de Fantacci y misteriosamente, por motivos que no logro explicar, todo funciona muy bien y avanza (de modo más laberíntico que lineal) hacia un final que no es para nada obvio y que no me defraudó en absoluto.
La semana que viene, más reseñas acá en el blog.

sábado, 25 de octubre de 2014

25/ 10: SWAMP THING Vol.3

Ahora sí, pude leer completa la saga de Rotworld, cuta mitad “roja” vimos el 16 de este mes. La mitad “verde” también tiene muchas páginas, pero se me hizo más rápido de leer, porque 80 de esas páginas ya las había leído en el TPB de Animal Man. Vamos a centrar la reseña, entonces, en los episodios restantes, en los seis episodios que muestran la guerra contra el Rot desde el punto de vista de Swamp Thing, una vez que su camino y el de Animal Man se bifurcan.
Te lo resumo en tres palabras: espejitos de colores. Mucha grandilocuencia, machaca zarpada contra monstruos jodidos, cambios brutales en el status quo (el mundo entero poseído por la putrefacción), una epopeya a escala global… y no pasa nada. Todos los cambios vuelven para atrás, todo queda en el impacto, en el pochoclo y todo huele a relleno, a idea chiquita estirada hasta el infinito, a que se podía contar lo mismo en dos anuales. Así como el TPB de Animal Man mechaba escenas de Buddy en el mundo putrefacto con un subplot más tranqui protagonizado por Maxine, en Swamp Thing tenemos el mismo recurso, pero con Abby Arcane al frente del subplot. Y con Scott Snyder demostrando que no tenía absolutamente nada que contar en esa sub-trama. Las páginas de Abby en Europa (encima ambientadas durante el año en el que Swampy desaparece) son totalmente prescindibles, les podés hacer zapping sin perderte nada, o leerlas para bajar un cambio entre combate y combate de Swampy y sus aliados contra los bichos del Rot, pero sin esperar ningún tipo de desarrollo de nada.
Finalmente, como en el TPB de Animal Man, el último episodio, el epílogo, es donde el guionista realmente se luce y busca la reivindicación después de meses de latrocinio. Como Jeff Lemire en el n°19 de Animal Man, Scott Snyder cierra todo en el n°18 de Swamp Thing, con huevos para pegarle sacudones grossos (y espero que irreversibles) a los personajes, en un capítulo con todas las emociones que no tuvimos hasta ahora. Pero como además Snyder abandona la serie, se juega incluso más que Lemire y su final es mucho más definitivo. La despedida de Snyder invita a no seguir leyendo Swamp Thing mucho más que aquel n°19 de Animal Man, lo cual es… muchísimo. Así que el final de Rotworld terminó por ser un punto clave par bajarse de estas dos series, que prometían mucho y cumplieron hasta por ahí nomás.
Una similitud más entre este TPB y el Vol.3 de Animal Man es que la mayoría de los episodios tienen a un dibujante increíble, quizás en el mejor trabajo de su carrera. Lo que hace Yanick Paquette en este tomo es asombroso, majestuoso, totalmente descomunal, tanto en el dibujo como en la planificación de las páginas. A diferencia de Steve Pugh, el propio Paquette dibuja las secuencias protagonizadas por Abby que transcurren en paralelo a la trama central, y quizás eso sea lo que las haga mínimamente legibles. Pero también a diferencia de Pugh, Paquette no se banca más de dos o tres episodios seguidos y así es como aparecen los suplentes a los que ya sufrimos en el TPB de Animal Man: Marco Rudy, el clon choto de Totleben y Bissette que afana fotos a lo bestia, y el impresentable Andrew Belanger, que en un mundo más justo estaría preso en un penal de máxima seguridad.
Me quedo con esas últimas 22 páginas, con esos bellísimos y vibrantes dibujos de Paquette y con esos riesgos tan bien asumidos por Snyder para terminar con la mentira y darle a su despedida un verdadero sello de autor. Impredecible, emotivo, coherente, impactante, ese episodio final es lo que seguramente va a mostrar Scott Snyder cuando “le pidan el carnet” para entrar al club de los grandes guionistas de Swamp Thing, fundado por Len Wein y presidido hace 30 años por Alan Moore. El resto, hay que ser muy talibán de los New 52 (o haber leído poco Swamp Thing) para ponerlo entre las etapas más gloriosas de este entrañable personaje.

miércoles, 6 de febrero de 2013

06/ 02: SWAMP THING Vol.1

Bueno, por fin un recopilatorio de los New 52 que me deja más satisfacciones que dudas. Lo que propone Scott Snyder para Swamp Thing no es hiper original, y aún así se la banca muy decorosamente.
Los problemas que le veo a este primer tramo son tres: 1) va muuuy lento. En cada episodio de 20 paginitas pasa lo que en los ´80 pasaba en cinco páginas. De hecho, en los ´80, todo este TPB era –con suerte- un Annual de 45 páginas. 2) Al igual que en Animal Man, los autores eligen arrancar con una saga demasiado grandilocuente, demasiado “a todo o nada”. Por ahí era más copado desarrollar primero a los personajes, armar un elenco grosso de secundarios, ganarle a alguna amenaza más chiquita y después sí, poner toda la carne al asador para esta hiper-saga contra el Rot que arranca con ambiciones gigantescas, que ojalá cumpla y que ojalá no sea un clon milimétrico de aquella machaca contra Matango, del Gris, que ya vimos en esta serie allá por 1990. 3) En los episodios en los que se ausenta Yanick Paquette entra un suplente absolutamente desgarrador, Marco Rudy, un Juan Carlos Flicker de la C que cuando no afana de fotos afana de las gloriosas Swamp Thing de los ´80 dibujadas por John Totleben y Stephen Bissette.
En cuanto a los hallazgos, el más conspicuo es que esto está MUY bien escrito. Las escenas de terror son tremendamente escalofriantes, los diálogos son excelentes, y cuando Snyder se manda algún moorismo, la danza entre textos e imágenes cobra un vuelo poco frecuente en los comics del mainstream actual. Un truco que funciona muy bien, aunque sólo se puede aplicar en este TPB y que le debemos justamente a la parsimonia en el relato, es que acá Alec Holland NO es Swamp Thing. Tiene poderes sobre el Verde, memorias de haber sido Swamp Thing y un montón de personajes que le dicen “dale, flaco, convertite en Swamp Thing”. Snyder aprovecha a fondo este recurso para contar varias cosas de la vida de este científico que nunca antes nos habían revelado y que no sé si sumarán a futuro, pero ayudan a hacer atractivo este primer tramo que –repito- avanza más lento que el 151 por Medrano un martes a las cuatro de la tarde.
Me gustó el nuevo rol de Abby, me gustó que Arcane sea un pendejito en vez de un viejo decrépito, me gustaría (aunque lo dudo mucho) que al Parlamento de los Arboles realmente le queden pocos minutos de vida antes de desaparecer para siempre, y descubrí con satisfacción que esa aparición de Superman en el primer episodio (totalmente intrascendente) era sólo eso, un engaña-pichanga, ya que de ahí en más Snyder no vuelve a meter ni la más mínima mención al resto del DCU.
Por supuesto, me volvió loco el dibujo de Paquette. Ma-mita, qué jugador! El tipo pela una anatomía portentosa, tipo Bryan Hitch, pero a la hora de meter sombras parece Sean Phillips y a la hora de meterle detalles y expresiones a los rostros parece Kevin Nowlan. En la gran mayoría de las secuencias, se juega por una puesta en página muy loca, muy al estilo de lo que hacía Rick Veitch, sin zanjas blancas entre las viñetas, que son de los tamaños y formas más irregulares y bizarros que se te ocurran. A la hora de dibujar fondos, Paquette deja la vida y además decora todo con plantitas, flores y fumanchereadas varias. Para mi gusto, se zarpa apenitas un toque en el gore y el resto, todo de muy grosso para arriba. Lástima que no se banque dibujar todos los episodios, sobre todo a la luz de la ínfima calidad de su reemplazante.
Con ideas arriesgadas, un clima muy truculento y millones de homenajes a los autores que hicieron fundamental a esta serie en las décadas anteriores, Snyder y Paquette trajeron de vuelta a Swamp Thing. Por ahora, la historia que quieren contar se parece mucho a una que ya leímos en la época en la que en cada episodio de 20 páginas pasaban varias cosas. Y también por ahora, no escasean en absoluto los motivos para tenerles paciencia y bancar un TPB más, a ver cómo evoluciona la propuesta, que –más allá de algunos “peros”- se lee bien y se ve mejor.