el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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miércoles, 18 de abril de 2018

TRASNOCHE DE MIERCOLES

Sigo sin computadora, por eso no estoy subiendo videos a YouTube ni textos al sitio de Comiqueando. Y me quedan horas libres, que estoy usando para leer y reseñar comics. Por suerte, la tarea de escribir reseñas y subirlas al blog es algo que puedo hacer desde una computadora prestada.
El otro día contaba que estaba un toque saturado de leer historieta argentina, y que quería hacer un paréntesis. Bueno, me agarré una antología uruguaya… y me encontré con que está repleta de autores argentinos… El Vol.2 de Las Andanzas Eróticas de Vlad Tepes contiene 10 historietas, de las cuales OCHO llevan las firmas de dibujantes de nuestro país. De las 10 historietas, nueve cuentan con guiones de Silvio Galizzi, creador y alter ego de Tepes. La consigna es parecida a la del Vol.1 (lo vimos el 26/10/15): historias cortas y autoconclusivas, ambientadas en distintos lugares del mundo y distintos momentos de la Historia, en las que invariablemente aparecerá el antihéroe vampírico para cometer alguna tropelía.
Y se repiten varios rasgos que me tocó señalar cuando leí el Vol.1: de nuevo la historieta mejor dibujada y mejor narrada es la del rosarino Esteban Tolj; de nuevo aparecen historias demasiado complejas para ocho páginas, que obligan a Galizzi a saturar algunas viñetas con una cantidad de texto brutal, y a los dibujantes a fumarse páginas con demasiadas viñetas, donde se desluce su trabajo; y de nuevo aparecen algunos relatos en los que el elemento sexual es muy menor, sumamente prescindible en el desarrollo de las tramas. Como novedad, también hay una historia (la del ataque zombie en el cementerio) que se podría haber contado en cuatro o cinco páginas, y que al tener todo ese espacio extra le permite a Galizzi enfatizar el ritmo, la acción, desplegar esa trama simple y cero pretenciosa de un modo muy ágil, muy dinámico, muy visual, y darle espacio para el lucimiento de Gabriel Serra, el promisorio dibujante charrúa, que de a poco se va despegando de la impronta gráfica de Matías Bergara.
El guión que no escribe Galizzi está firmado por Nicolás Peruzzo, y es excelente. Peruzzo reflexiona en clave satírica sobre la corrección política en la sociedad y en los medios, obviamente con la figura del siempre incorrectísimo Vlad Tepes como eje. Y no puedo dejar de mencionar la magia que tira otro rosarino, Leo Sandler, en esas secuencias de flashbacks en las que homenajea a Enrique Breccia. Le toca dibujar una historia particularmente enrevesada, que daba para mucho más, pero lo que hace a nivel visual en esos flashbacks lo pone en el podio con absoluta tranquilidad. La próxima, creo que le entro a un comic chileno, donde las chances de toparme con autores argentos son considerablemente menores.
Salto a España, a 2003, cuando se publica Deportes Extremos, un libro que recopila historietas mudas y humorísticas del inmenso esloveno Tomaz Lavric (también conocido como TBC). Lavric solía publicar historias cortas en El Víbora, y alguna que otra en Cimoc, pero con temáticas más aventureras, o de denuncia social, y siempre en un estilo tirando a realista. Acá no sólo sorprende con un cambio de estilo brutal (se va para el lado de Edika, Reiser, con alguna pizca de Hunt Emerson, de Tabaré o de Massimo Mattioli) sino que además se sube de prepo al Olimpo de los más grossos autores de historieta humorística.
Deportes Extremos no puede ser mejor. Sus historias sin textos de una o dos páginas me arrancaron carcajadas, me impactaron, me dejaron atónito. Conocía otras obras del autor (de hecho lo conocí a él, allá por 2006) pero no me lo imaginaba capaz de detonar todo ese arsenal de recursos gráficos y narrativos, de poner tanto talento y tanta mala leche al servicio del humor. Este libro está repleto de ideas brillantes, macabras, retorcidas, perturbadoras, sin nada que envidiarle a las Idées Noires del inolvidable André Franquin. Lavric te dispara a quemarropa con chistes tremendos, donde no faltan las perversiones sexuales, la violencia extrema, la escatología, la sátira despiadada a todo tipo de instituciones sociales, religiosas, culturales, donde las víctimas pueden ser tranquilamente animalitos, nenes, mujeres o aborígenes de tribus africanas.
No me voy a poner a contar los chistes acá, pero quiero enfatizar lo genial que es este libro, lo mucho que me hizo reir este hijo de mil putas sin más elementos que sus ideas y sus trazos. Esto lo editó La Cúpula en un librito humilde, 60 páginas, blanco y negro, menos de 4 euros de precio de tapa… pero con sólo abrirlo y leer tres o cuatro páginas, enseguida te cae la ficha de que estás en presencia de una fuckin´ Obra Maestra, de una gema de esas que se atesoran y se recomiendan siempre, pero no se prestan nunca.
Y esto es todo por hoy. Volvemos pronto, con más reseñas acá en el blog.