el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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jueves, 9 de agosto de 2018

OTRA NOCHE DE JUEVES

Sigo avanzando con las lecturas y tengo un par de libros más para reseñar.
Arranco en Japón, a mediados de los ´70, cuando la gloriosa Moto Hagio se aventura en una saga de ciencia-ficción con tintes de misterio titulada ¿Quién es el 11º Pasajero?. Para bien y para mal, Hagio realiza esta obra muy pendiente de la influencia de su mangaka favorito, Shotaro Ishinomori, y de su amiga, coetánea y compañera de estudio Keiko Takemiya. Digo para mal, porque de Shotaro toma esa tendencia a exagerar los rasgos faciales, a hacer a los personajes bastante caricaturescos y propensos a los ademanes ampulosos y estridentes. Y de Keiko toma ese vicio de dibujar a los varones jóvenes con rasgos muy afeminados, casi indistinguibles de las mujeres. Por suerte en la trama de “el 11º Pasajero” tiene bastante peso la ambigüedad de sexo y de género de uno de los/las protagonistas, o sea que esa indefinición entre varón y mujer en el aspecto de Frol garpa bastante. No así en el caso de Tada, que es varón pero te das cuenta porque lo dice, no por su aspecto.
Y felizmente, Hagio aprende de Ishinomori y de Takemiya a conjurar una buena saga de ciencia-ficción, donde florecen conflictos humanos, interesantes, que van más allá de la ambientación futurista y las naves espaciales. La primera historia arranca bien, y cuando amenaza con estirarse más de la cuenta y derrapar, Hagio mete un cambio y resuelve como los que saben, sorprendiendo al lector pero sin mandar fruta. Para la segunda historia, la autora se saca de encima la consigna de trabajar con 11 personajes protagónicos y blanquea lo que se percibía en la primera parte: estas son las aventuras de Tada y Frol. El resto son personajes secundarios. De hecho en la segunda historia (una intriga palaciega compleja e intensa, que funciona muy bien como alegoría de la Guerra Fría que disputaban en los ´70 Estados Unidos y la Unión Soviética) hay un muy buen rol (secundario pero relevante) para Baseska y un papel más chiquito para Fourth. Y el libro cierra con las breves aventuras en tono humorístico de Space Street, con Frol y Tada claramente como protagonistas, pequeños cameos de los otros estudiantes y un dibujo que se permite tender aún más a la caricatura o a la estética “chibi”.
En el resto del tomo, el dibujo es impecable. Hagio despliega un nivel muy alto, casi a la altura de lo que le vimos hacer a Keiko Takemiya en To Terra…. Buenas composiciones, claridad en la narrativa, un laburo notable en las texturas, y un tono un poco más intimista, menos épico que el de su amiga, a la que se le notaba todavía más la perfecta sintonía con la temática de la space opera. Moto Hagio nunca se quedó ni en un estilo, ni en una temática, y si bien ¿Quién es el 11º Pasajero? es considerada aún hoy una de sus obras fundamentales, la carrera de esta autora la ha llevado mucho más lejos, como vimos en la reseña del 17/05/14. Ahora que “se puso de moda” publicar mangas de Hagio en castellano, es probable que la revisitemos en un futuro cercano.
Salto a 2016 para meterme con una obra de otro prócer del Noveno Arte: Edu Molina, el argentino radicado en México, que me detonó el cráneo con El Sombra y Tito, secuela de aquel libro que vimos el 21/08/14. Esta vez, Molina vuelve a coquetear con la estética clásica de los pulps para un thriller a todo o nada, con piñas, tiros y persecuciones, pero le suma un elemento fascinante: la exploración del sistema político de esta ciudad en la que viven sus personajes. Molina aborda este aspecto desde un costado irónico, satírico, por momentos tragicómico y logra que esta gran patraña, esta gran farsa opresiva aporte muchísimo al clima sombrío de la obra.
Así, entre impactos violentos, agudas reflexiones y sonrisas que amagan con convertirse en carcajadas, Molina rubrica un guión formidable, lleno de ritmo, filoso, categórico. Y (como me pasó cuando leí el tomo anterior de El Sombra) lo que más me sacudió fue el dibujo. Recomiendo repasar la reseña del 17/05/14 porque ahí hablo bastante del dibujo de Edu, y estoy bastante de acuerdo con lo que dije en aquel momento. Lo de las composiciones que me recordaban a Horacio Altuna, por ejemplo, lo viví con mucha intensidad mientras leía este libro, sin recordar que lo había subrayado en la reseña del anterior. Así que, ¿para qué voy a aburrir repitiendo lo mismo? Si algo de bueno tiene el hecho de que este sea un blog “viejo”, es que mucho de lo que uno tiene para decir, ya lo dijo. O en las inmortales palabras de Stan Lee, “´Nuff said”.
Posta, recomiendo muchísimo El Sombra y Tito, que no tiene edición argentina, pero debería.
Y nada más, por hoy. Vamos las pibas, que la lucha sigue y el aborto legal, seguro y gratuito tarde o temprano será ley. Nos reencontramos ni bien tenga leídos un par de libritos más.



sábado, 17 de mayo de 2014

17/ 05: A DRUNKEN DREAM and Other Stories

Allá por 2010, Fantagraphics se lanzó a la aventura de publicar manga y, fiel a su estilo vanguardista y transgresor, se jugó por material muy raro. Este libro, por ejemplo, es un lujoso hardcover de casi 300 páginas, en el típico formato yanki, con páginas a color y aplicaciones doradas en las portadas. Adentro, extensos e interesantísimos textos sobre Moto Hagio y su obra, y 10 historias autoconclusivas de esta autora seminal del shojo manga, compañera de generación (y a veces de departamento) de Riyoko Ikeda y Keiko Takemiya, entre muchas otras artistas nacidas a fines de los ´40 y que la pegaron con todo en la década del ´70.
El libro ofrece tres historietas de los ´70, tres de los ´80 y cuatro más recientes, de 2007 y 2008. Se supone que son historias románticas, pero lo más interesante llega cuando Hagio se zarpa y mete elementos fantásticos. El dibujo mejora exponencialmente entre las historias de los ´70 y las de los ´80, siempre en el registro del shojo clásico y siempre con un trasfondo (más visible en la narrativa que en el grafismo) que remite a las obras sesentosas de Osamu Tezuka y Shotaro Ishinomori, los ídolos de la juventud de Hagio. Veamos una por una las historias.
Arrancamos con Bianca, un shojo desabrido, sin romance, sin pasión, apenas con algunos sentimientos que demuestran ser más fuertes que el paso del tiempo. Una historieta completamente prescindible, que por suerte ocupa sólo 16 páginas. La siguiente se llama Girl on Porch with Puppy y es muy rara, con experimentos extraños tanto en el guión (que se resuelve de un modo totalmente indescrifrable) como en el dibujo, que por momentos coquetea con el pop art yanki de los ´60. Y la última del bloque setentoso es Autumn Journey, un poco más extensa y bastante más clásica que las anteriores. Acá seguimos sin tener una típica historia de amor, pero aparece un tema muy trillado en el shojo clásico que es el de la filiación, el reencuentro entre padres e hijos criados por padres no biológicos. Esta es una muy buena historia, bien planteada y bien resuelta.
Marie, Ten Years Later abre el bloque ochentoso con una historia fuerte, impregnada de nostalgia y sentimientos que viven más allá del paso del tiempo. Se sostiene sobre todo en la línea que baja Hagio y en un muy buen desarrollo de los dos personajes centrales, algo raro en un comic de sólo 16 páginas. A Drunken Dream tiene dibujos pintados a color directo por la autora, con una paleta sugestiva y sutil, y tiene una ambientación de ciencia-ficción y de epopeya clásica muy lograda. El guión, sin embargo, es una boludez atómica. Por suerte es una de las mejor dibujadas del tomo. Hanshin: Half God es la desgarradora historia de dos hermanas siamesas, con magníficos toques macabros dignos de Kazuo Umezu. Acá el dibujo es más tosco y los fondos escasean más que las copas en las vitrinas de Gimnasia, pero el argumento es tremendamente maligno y está muy bien llevado.
Y llegamos a los trabajos más recientes de la venerable Moto, con Angel Mimic, una historia larga, de 50 páginas, que recién pega un giro interesante (que le permite no sólo ponerse buena, sino incluso levantar un cierto vuelo poético) en la página 45. Hasta ahí, es el típico shojo embolante de “colegiala enamorada del profesor”. Le sigue la mejor historia del tomo: Iguana Girl, otra idea retorcida y genial, llevada hasta las últimas consecuencias para ponernos MUY nerviosos. El personaje de la mamá de Rika y Mami es tan repulsivo, tan nefasto, que te querés meter en el manga para estrangularla. Son 50 páginas realmente memorables. Otra con elementos fantásticos y cero trama romántica es The Child Who Comes Home, que tiene una idea buena en 24 páginas, con lo cual se me hizo un poco larga. Y cerramos con una belleza: The Willow Tree, un experimento narrativo fascinante. Son 20 páginas divididas siempre en dos viñetas, casi sin textos, y no quiero contar de qué se trata para no cagarte la gracia si alguna vez la leés.
Autora de muchas obras que en Japón fueron hitazo y en Occidente no se conocen, Moto Hagio es una abanderada del shojo distinto, del shojo que se esfuerza por proponer algo más. No tanto desde la estética, sino de los temas que trata. Por eso es tan interesante descubrir sus historias cortas. Sin dudas, hubiese estado más piola publicar este material en un formato más croto y más accesible, para llegar a más gente. Yo, por suerte, lo conseguí baratísimo.