el blog de reseñas de Andrés Accorsi
Mostrando entradas con la etiqueta Jamie Hewlett. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jamie Hewlett. Mostrar todas las entradas

lunes, 21 de marzo de 2011

21/ 03: HEWLIGAN´S HAIRCUT


Corría 1990 y Peter Milligan estaba a punto de desembarcar en DC con Shade the Changing Man. Jamie Hewlett, por su parte, ya estaba cosechando infinita chapa con los primeros episodios de Tank Girl. Era un momento de cambios, de movidas extremas en la historieta británica, y el popular semanario 2000 A.D. lo reflejó al darle un hogar a Hewligan´s Haircut, uno de los comics más delirantes de la historia de este medio.
Se trata de una saga corta (para los parámetros de lo que solía escribir Milligan en la 2000 A.D.), apenas 44 páginas, casi todas a color. Y si bien los fans de Hewlett siempre queremos ver muchas más páginas dibujadas por el ídolo, la decisión de acotar la extensión de la historia resulta más que acertada. Si la seguían, el efecto se diluía. ¿De qué trata Hewligan´s Haircut? De la demencia. De qué significa estar totalmente loco. Cada personaje tiene su respuesta a esa pregunta y la más interesante es la que brinda la co-protagonista, Scarlet O’Gasmeter: ¿Sabés por qué creen que estás loco? Porque no sintonizás la misma frecuencia que el resto del mundo. Scarlet descubrió la forma de sacarle provecho a su extraña sintonía: puede entrar y salir a voluntad de mundos enteros que están en una sintonía distinta que el nuestro. O sea que, más allá del interesantísimo debate acerca de qué es la locura, tenemos vibrantes aventuras de Scarlet y Hewligan en los mundos más limados y descontrolados que te puedas imaginar.
Los diálogos, por supuesto, reflejan el mambo mental de los personajes y aparecen todo el tiempo frases graciosísimas y chistes boludos, pero bien hechos. Y no hay mucho más para analizar, realmente. Esta es una obra corta, menor en la carrera de los artistas, una especie de bizarreada de culto para el que quiere tener TODO Milligan, TODO Hewlett, o todos los coqueteos vanguardistas de la 2000 A.D. Como complemento, el tomo trae algunas ilustraciones y una breve historieta de Judge Dredd escrita por Alan Grant y dibujada a cuatro manos por Hewlett y el otro rey del deliro, Brendan McCarthy. Es un guión claramente cómico, pero no va para el lado del disparate lewiscarrollesco de la historia central. Igual está muy, muy bien.
El trabajo de Hewlett en esta saga es consagratorio. Si vos creías que sólo podía dibujar el desierto australiano, esto te va a sorprender. Hewlett se mata en los fondos y retrata ciudades y mundos extremos, la rompe como pocas veces en las expresiones faciales y te hace cagar de risa cuando “homenajea” al cubismo y a Andy Warhol. Como en las primeras historias de Tank Girl, el co-creador de los Gorillaz se zarpa en cuanto a la cantidad de información que mete en cada viñeta, algo que, si el comic fuera más largo, podría saturar, mal. Pero repito, este es sin dudas uno de sus mejores trabajos.
Si sos fan de estos monstruos ingleses, no te pierdas esta demencial montaña rusa de aventuras y emociones. Sí, la deben haber inventado en un estado de alteración mental muy jodido. Pero el resultado garpa, a full.

viernes, 18 de junio de 2010

18/ 06: TANK GIRL Vol.1


Estamos en 1988 y Jamie Hewlett era un dibujante prácticamente desconocido, que no se imaginaba ni en sus peores noches de drogas y alcohol que se iba a hacer millonario cuando creara junto a Damon Albarn nada menos que a Gorillaz. Surgido del under y con mucho tiempo al pedo, mucha birra encima y mucho rock en su pasacasette, se juntó con su amigo, el también dibujante luego devenido guionista Alan Martin, y entre los dos le dieron forma a una historieta protagonizada por Tank Girl, una chica que había aparecido una sóla vez, en una ilustración que había hecho Hewlett para un fanzine. La historieta de Tank Girl se publicó en 1989, en el primer número de la antología Deadline, y el resto es historia. Durante los primeros años ´90, la creación de Hewlett y Martin se convirtió en ícono del comic alternativo británico, transcendió las fronteras del Reino Unido y aspiró a convertirse en nuevo ícono del comic a nivel global, un plan maestro que casi se concreta, de no ser por un largometraje nefasto que, en 1995 convirtió a hordas de fans de Tank Girl en hordas de ex-fans de Tank Girl.
Para festejar los 20 años de Tank Girl, en 2009 la editorial Titan recopiló en cinco tomos todas las historietas de la explosiva anti-heroína, remasterizadas, contextualizadas y a veces hasta explicadas por Alan Martin, que nunca tuvo otro hit, pero vive de las glorias logradas. Para estas ediciones, Martin rescató del olvido viejas ilustraciones, pin-ups, dibujos para remeras y postales, afiches para bandas, todo lo que alguna vez él y Hewlett crearon con Tank Girl.
Pero más allá del indiscutible valor histórico, este material tiene un gran valor artístico. Tank Girl es una serie rupturista, de vanguardia, para la cual muchos fans de aquel entonces no estaban preparados. No era Lobo con tetas, no era un clon del Judge Dredd en el desierto australiano. Esto era algo nuevo, un desafío. Las historias no son para cualquiera, ni vienen pre-digeridas. Como están hechas en joda, muchas veces no tienen sentido, o pegan volantazos inexplicables a la mitad del desarrollo. La sobrecarga de detalles en el dibujo (herencia de Kevin O´Neill, ídolo de Hewlett) aporta una hermosa confusión, al igual que los cartelitos, los cachitos de letras de canciones (Martin y Hewlett se mataban con The Smiths, entre otros próceres del rock/pop británico), las frases pelotudas, o directamente las puteadas metidas en cualquier rincón de cualquier viñeta. Todo contribuye a que la historieta parezca desprolija, bardera, despelotada, como un recital de una banda under en un galponardo lleno de borrachines.
Entre el kilombo, los tiros, los misilazos y la sangre, Hewlett y Martin se las rebuscaron para que Tank Girl, sus amigos y sus amantes, hablaran de la discriminación, de la violencia, de cómo a los poderosos les conviene que el ignorante lo sea de por vida, de sexo, drogas y rockanrol. O sea que se podía entretener a la muchachada cuasi-nihilista de la Inglaterra posmoderna y aún así, deslizar ironías y cinismos bastante finolis.
Y además acá vemos evolucionar al dibujo de Hewlett, que empieza muy tributario de Brett Ewins y Brendan McCarthy y termina en algo muy, muy novedoso, donde se ven resabios de Kevin O´Neill y de Jaime Hernández, pero donde claramente nace una estética nueva, a la que volveremos a ver miles de veces, en decenas de dibujantes británicos, italianos, españoles… muchísimos autores que, detrás de la narrativa medio caótica y sobrecargada de Hewlett, vieron a un artista original, potente, virtuoso y sobre todo inquieto, en constante evolución, que hoy miraba a los dibujantes de la 2000 A.D., mañana a Katsuhiro Otomo y pasado a Carlos Meglia o Peter Bagge y de todos sacaba algo grosso para mejorar.
O sea que aunque no te interese demasiado la historia de una chica ordinaria como inodoro de portland, fanática del armamento de grueso calibre, la cerveza y las pastillas, que vive en el outback, se caga en la moda y sale con un canguro mutante, igual es muy probable que, con sólo hojear el libro, te hagas fan de por vida de esa bestia asesina e inconmensurable conocida como Jamie Hewlett. Si además te interesa saber en qué andaba la contracultura británica en los años finales del prolongado y aciago gobierno de Margaret Thatcher, acá tenés un testimonio vibrante, visceral y absolutamente esclarecedor.