el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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lunes, 17 de junio de 2019

LUNES ESPANTOSO

Entre que es feriado y que el clima está horrendo, creo que hoy no me muevo de casa. Gran ocasión para sentarse a escribir un par de reseñas, en este caso de dos libros publicados en 2017.
El Vol.1 de The Goddamned recopila el primer arco de esta serie creada por Jason Aaron y R.M. Guéra, los autores de la fundamental Scalped. Un primer arco que al día de la fecha es también el último, porque los autores se vieron forzados a ponerla en pausa, con la promesa de un eventual regreso que hasta ahora no se produjo. El trabajo de Guéra en The Goddamned es monumental, incluso mejor que en Scalped. Imaginate una mezcla muy oscura, muy podrida, entre el Grzegorz Rosinski de El Gran Poder del Chninkel y los dibujantes clásicos de aventura más elegantes que tuvo España, Víctor de la Fuente y Antonio Hernández Palacios. El resultado es de una calidad indescriptible, un dibujo muy realista y a la vez vibrante, desbocado, muy plástico y muy intimidante.
Lo de Aaron, por su parte, es raro. La idea central de la serie es excelente, el argumento de este primer arco es… apenas interesante y el guión, la forma en que Aaron elige contarnos la historia, es espectacular. Me explayo: la consigna de The Goddamned es acompañar a Cain, el primer homicida de la historia, en un violento y desolador recorrido por un mundo de horrores e injusticias, 1600 años después de que sus padres fueran expulsados del Paraíso. Una idea brillante, que jamás se le había ocurrido a nadie. La trama del arco con el que abre la serie es medio blandita, no sé si daba para más de 100 páginas. Me hizo acordar mucho a aquellas historias que Antonio Segura y José Ortiz te remataban en un álbum de Hombre en 48 páginas con total solvencia. Y donde Aaron realmente deja la vida es en los bloques de texto, en el armado de las secuencias, en la elección de dónde cortar cada escena para lograr el máximo efecto dramático, en la profundidad que logra darle a una historia donde tienen tanto protagonismo la machaca sanguinolienta y un nivel de mala leche que convierte al peor grim ´n´gritty de los ´80 en aventuras edulcoradas de My Little Pony. Ahí está , sin dudas, lo que me hizo disfrutar a lo bestia de este primer TPB de The Goddamned y me dejó con unas ganas bárbaras de que salga pronto un Vol.2.
No me animo a recomendar enfáticamente la compra de este libro, porque si la serie nunca continúa va a ser un pelo en el ojete de todos los que gasten su dinero en él. Pero ni bien veas el anuncio de que Aaron y Guéra retoman la serialización en Image (o donde sea), subite a The Goddamned y gozá como un condenado.
También en 2017 se editó en Argentina el libro Doce Cuentos de Verano, con 12 historietas realizadas por el escritor Hernán Casciari y el maestro Horacio Altuna para la revista Viva. Tarde pero seguro me interné en las páginas de un libro, cuya edición tiene dos problemas serios: 1) las páginas de historieta son muy cuadradas (están impresas en 15 x 20,5 cm) y el libro es muy rectangular (19 x 28 cm), con lo cual por arriba y por abajo de las planchas de Altuna tenemos unas inmensas franjas blancas que no aportan nada y que no deberían estar. No entiendo quién eligió este formato tan raro, que queda tan feo. 2) lo de siempre: 12 historietas de ocho páginas son 96 páginas y el libro tiene 144. La diferencia (brutal) te la llenan con carátulas innecesarias, un prólogo diseñado con una tipografía enorme para que ocupe tres páginas, biografías, hojas en blanco… la nada misma.
Por suerte el nivel de las historias me resultó bastante convincente. Hay varias en las que los textos podrían no estar, y todo se entendería perfectamente con los dibujos de Altuna y los diálogos. Pero también hay algunas en las que los textos suman un montón y se entrelazan con las viñetas de un modo bastante atractivo. Hay dos o tres que se quedan en la pajereada, en la comedia de brocha gruesa al estilo Porcel-Olmedo-Sofovich, y varias que parten de una situación de comedia costumbrista para llegar a momentos muy notables. Tanto Casciari como Altuna son grandes observadores de la realidad y las costumbres de la gente y estas historias, en las que no existen los elementos fantásticos, le sacan un muy rico jugo a ese talento para la observación.
Viajeros, Sorpresa, Médanos, Brecha, Vecinos y Final son seis historias muy logradas, ya sea por el impacto, por el humor, por la ironía o por la línea que baja Casciari en los textos. La puesta en página es muy rara, siempre con tres tiras horizontales, pero funciona muy bien. Se nota que Casciari y Altuna se divirtieron pensando estas historias y calcularon minuciosamente la forma en la que la acción, los dibujos y los textos se iban a ver plasmados en cada página.
Ojo: este es el Altuna del Siglo XXI, no es el mago infalible de los ´80. Estamos hablando de un dibujante increíble, con un gran dominio de la estética realista, muy dotado para las expresiones faciales, con ese manejo de la anatomía (especialmente de las mujeres atractivas) demasiado perfecto para ser real, unos fondos bestiales… y por otro lado, un color que a mí no me termina de convencer (siempre me gustaron más los trabajos de Altuna en blanco y negro) y un rotulado manual que hoy se ve anticuado, medio fulero. Por supuesto, que un tipo como Altuna, ampliamente consagrado en todo el mundo, con más de 50 años de trayectoria, siga haciendo historietas y siga poniendo en cada página el esfuerzo y la pasión que puso Horacio en estos relatos, es algo que nos debería llenar de orgullo a todos los fans de la historieta argentina. Y que un narrador tan brillante como Casciari quiera incursionar en el comic, obviamente también.

Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.

lunes, 26 de agosto de 2013

26/ 08: SCALPED Vol.10

Qué lindo es llegar al final de una serie larga de la cual reseñé todos los tomos en el blog. Mi romance con Scalped se remonta a un ya lejanísimo 12/09/10 y desde entonces –con largas pausas en el medio- no dejé nunca de vibrar con las animaladas que Jason Aaron y R.M. Guéra le hicieron hacer a este insuperable elenco de personajes liderado por Dashiell Bad Horse y Lincoln Red Crow.
Como todo en la vida, Scalped llegó a su fin y este último TPB resuelve con maestría todos los plots centrales de una serie que –definitivamente- marcó un antes y un después. A la violencia descontrolada y los ríos de sangre del Vol.9, acá le siguen... más violencia descontrolada y más ríos de sangre. Enseguida queda claro que los problemas de Prairie Rose no se solucionan con sólo meter en cana a Red Crow. De hecho, con Red Crow en cana, los problemas no hacen más que empeorar. Así que se viene el showdown final, el Todos contra Todos que Todos queríamos ver, con Dash, Red Crow, Catcher y el Agente Nitz en los roles centrales, Dino y Falls Down agazapados en las márgenes y un papel muy importante para Maggie Standing Rock, otro de los personajes que Aaron sumó en aquel crucial Vol.8
Desde aquel tomo, además de profundizar la sensación de “se pudre todo”, Aaron mandó a dos de sus creaciones más jodidas a transitar la senda de la redención. O al menos eso parecía. Uno, acostumbrado a las atrocidades con las que nos golpeó una y otra vez esta serie, enseguida desconfió y sospechó que se trataba de una fantochada, que en realidad ninguno de estos hijos de mil putas se quería redimir de nada. Sin embargo, al final, hay una esperanza. Tipos que hicieron muchos mértitos para terminar muertos, terminan vivos. Tipos que merecían ir en cana hasta el fin de los tiempos (o hasta que Diana Raznovich aprenda a dibujar) terminan libres, reciben una segunda oportunidad. Y tipos que tuvieron infinitas oportunidades de lograr la impunidad absoluta y –con ella- la posibilidad de apoderarse de millonarios negocios turbios, al final eligieron otra senda: no la de la paz, el amor y la familia ejemplar, pero tampoco la de la corrupción y la conservación a cualquier precio de sus privilegios.
Por ser el último, y por tener sólo cinco episodios, este tomo está dibujado de punta a punta por el imbatible R.M. Guéra, el serbio radicado en España. No alcanzan las palabras para hablar bien del trabajo de este monstruo, en cuya línea realista y oscura viven lo mejor de las tradiciones europea, argentina y yanki. Quiero YA más historietas dibujadas por Guéra. Cualquiera, eh? Me viene bien todo lo que haya dibujado, hasta esas aventuras históricas medio anodinas con las que deliran los franceses y que duran chotocientos mil tomos... Este autor ya se subió al carro de los fundamentales y va a ser muy difícil bajarlo de ahí, por lo menos en lo que queda de esta década.
Scalped nunca fue sorpresa. Desde el primer día despidió un fuerte olor a papa fina y hasta el último día cumplió todas las expectativas que despertó desde el principio. Sorprende, obviamente, que Vertigo le haya dado luz verde a una obra tan sórdida, tan extrema como esta. Y eso se lo debemos al amigo Will Dennis, casi tan responsable de esta gloriosa serie como Jason Aaron y R.M. Guéra. ¿Faltará mucho para que alguien intente cantarle “quiero retruco” a Scalped y pelar un comic más heavy, más tremendo y mejor que este? Me temo que sí, que faltan muchos, muchos años. Mientras eso ocurre, tenemos estos 10 tomos de Scalped, más de 1200 páginas de mala leche, violencia, asesinatos, drogas, traiciones, garches, torturas, abortos y crueldad en todas sus formas.
Cuando comentaba uno de los primeros tomos yo señalaba que Aaron cuenta la vida de los pieles rojas en la reservación de un modo bastante similar a como los medios argentinos narran la vida en las villas de Buenos Aires y el Conurbano. Y en este tomo me acordé de nuevo de eso, cuando Maggie Standing Rock dice “Me cago en los periodistas. Se acuerdan de nosotros sólo cuando hay una historia sucia para publicar”. Si el que cuenta las historias sucias es Jason Aaron, ojalá haya muchas más.

martes, 20 de agosto de 2013

20/ 08: SCALPED Vol.9

En el tomo anterior, Scalped estaba por explotar y en este explotó. La reseña podría limitarse a esa frase y estaría perfecto. Si leíste alguna vez Scalped, seguro sentiste esa sensación de “el día que esto explote vamos a presenciar una hecatombe como pocas veces se vio en una historieta”. Eso que vos presentiste, y sobre todo temiste, se desencadena acá, en un tomo que no da respiro.
Sobra el primer episodio en el que, para festejar los 50 números del comic-book, Jason Aaron cuenta una historia ambientada 135 años en el pasado y que casi no tiene relación con la saga central. Es una historia cortita, complementada con pin-ups de grandes dibujantes invitados (están Brendan McCarthy y Jordi Bernet, dos ídolos indiscutidos de este blog), en la que lo más lindo es el dibujo de R.M. Guéra, que además rotula él mismo los diálogos con una tipografía manual alucinante, muy parecida a la del maestro Jean Giraud.
Y después sí, arranca Knuckle Up, el arco que da título al libro, y se va todo a la mierda y más allá. No aparecen Hassel ni Carol, pero todos los demás personajes protagonizan las escenas más shockeantes que se te puedan ocurrir, en una guerra descontrolada, de todos contra todos, por supuesto enchastrada con las más abyectas traiciones. Ni siquiera ahora, que estamos a milímetros del final, Aaron se tira a simplificar la historia, a eliminar tramas y personajes secundarios para concentarse en los protagonistas, que vendrían a ser Dashiell Bad Horse y Lincoln Red Crow. Por el contrario, el sheriff Karnow, que debutó en el tomo anterior, tiene muchísimo peso en este. E incluso por primera vez Aaron le da bola y desarrollo a Rath, uno de los capos del narcotráfico entongados con Red Crow.
O sea que estamos ante unas 120 páginas de tremenda complejidad, absolutamente inaccesibles para el que no leyó todo lo anterior. Acá ya no se recapitula nada, no se menciona en los diálogos lo que pasó algunos episodios atrás, acá ya no hay “tu tía”. La sangre empieza a correr en la primera página y sigue corriendo en la última. Prairie Rose está envuelta en el bolonki más heavy de su historia y ya no hay códigos, no hay alianzas, no hay runflas, no hay nada que pueda asemejarse a algún tipo de lazo de solidaridad entre los personajes. Para varios de ellos, tampoco habrá Vol.10, porque no llegarán vivos.
Si algún día te preguntaste hasta dónde iba a llegar el grim´n gritty, cuál era el límite de la violencia, la depravación y la crueldad, Aaron y Guéra (que en este tomo se despacha con algunos de los mejores dibujos de la serie) te ofrecen la respuesta. Es una respuesta jodida, perturbadora, en un punto dañina. Y a la vez magistral, definitiva.
Por favor, entre tantos hijos de puta que se traicionan unos a otros, que el Vol.10 no traicione las altísimas expectativas que me generaron este tomo y el anterior. ¿Dije que terminaba Scalped antes de fin de mes? Con suerte aguanto hasta el lunes, y eso porque sábado y domingo no vamos a tener reseñas...

viernes, 16 de agosto de 2013

16/ 08: SCALPED Vol.8

Desde Mayo del año pasado que no leía Scalped, ¿me podés creer? Yo, la verdad que no. Menos mal que está el blog, que no me deja mentir. Y bueno, acá estoy listo para el tramo final de esto que –hasta ahora- es una obra maestra.
Este octavo tomo, como tantos otros, arranca con un unitario perfecto. Junto a Jason Latour (invitado que hace su debut en estas páginas), Jason Aaron narra la historia de un corrupto, un farsante, un garca, que de pronto tiene una última chance de recuperar algo de la integridad perdida. En 22 páginas, Aaron saca de la galera a un personaje nuevo y, de la nada, lo convierte en un personajón, quizás pensado para tener un rol destacado en el desenlace de la saga.
Le sigue otro unitario magnífico, este mucho más integrado al tronco, a la historia central de Scalped. Esta vez el que trata de salir de la zona de descenso es el Agente Nitz, el enviado del FBI que hace tiempo trata de desmantelar las operaciones de dudosa profilaxis que lleva adelante el jefe Lincoln Red Crow. Es una historia enchastrada de sangre, mala leche, humillaciones y humor negro. Una joyita muy bien dibujada por Davide Furnó, el habitual suplente que tiene esta serie.
Y después arranca el arco llamado You Gotta Sin to Get Saved, que es el que le da título al tomo, todo dibujado por el maestro R.M. Guéra. Pero acá hay trampa, porque el tercer episodio también es un unitario cerradito, redondísimo, protagonizado por dos de los personajes secundarios a los que más bola le da Aaron (Dino Poor Bear y Carol Red Crow) y con un nivel de crueldad absolutamente genial. Tenés que ser MUY mala persona para que se te ocurra hacer lo que hace Aaron en estas 20 inolvidables páginas.
Los episodios restantes de este arco van para adelante como una locomotora: Falls Down paga caro haber descubierto al asesino de Gina, Dashiell tiene la oportunidad única de boletearlo y vengar a su madre, y por otro lado tiene servida en bandeja la posibilidad de –finalmente- acabar con el imperio criminal de Red Crow y entregarlo a la justicia. Mientras tanto, nuestro cacique-capo mafia favorito (lejos, el personaje más rico, más complejo, mejor trabajado de la serie) debe ingeniárselas para neutralizar nada menos que a su maestro, al hombre que lo crió de potrillo, un venerable anciano que, harto de la corrupción y la mugre de Red Crow, lo confronta abiertamente por el liderazgo de la reservación. Y la ¿estrategia? de Red Crow es totalmente impredecible y sencillamente genial. Veremos en el próximo tomo cuánto de lo que sucede acá es una farsa perversamente orquestada y cuánto es un verdadero golpe de timón en este desgarrador drama en el que no existen “los buenos”.
El dibujo de Guéra sigue a un nivel altísimo, con momentos en los que pareciera querer despegarse de la omnipresente referencia fotográfica, esa que con tanta categoría logra integrar a su grafismo, tributario de Jean Giraud y Leopoldo Durañona. El tomo está lleno de escenas gloriosas, de enorme impacto, y Guéra no deja pasar una sola chance de pelar, de lucirse como un verdadero maestro de los climas sórdidos y opresivos, que a esta altura son su especialidad.
Scalped, la serie que redefinió el concepto de “grim´n gritty”, la que convirtió a los episodios más jodidos de Sin City en una remake blandita de los Ositos Cariñosos, está en un punto crucial, definitivo, en el que todo está a punto de irse a la mierda, en el mejor sentido en el que algo se puede llegar a ir a la mierda. Prometo liquidar los dos tomos que me falta leer antes de fin de mes. Y me queda una pregunta: ¿qué carajo hace Jason Aaron escribiendo todos los meses dos series de los X-Men y una de Thor? ¿Cómo se desaprovecha así un grosso de esta magnitud? Menos mal que está por lanzar una serie nueva con onda más adulta en Image. Si no, la verdad que es para pegarse un corchazo...

jueves, 31 de mayo de 2012

31/ 05: SCALPED Vol.7

Ufff... más de seis meses sin leer Scalped es una condena. Pero acá estoy de nuevo y, aunque parezca una joda, este tomo me gustó todavía más que el anterior.
Este es un tomo extenso, con ocho episodios, y una particularidad: son historias en las que avanza poco la trama central. La primera es un descuelgue total: está protagonizada por una pareja de Lakotas viejitos, que viven muy lejos de la reservación gobernada por Red Crow. Y además es una historia redondísima, profunda, emotiva, muy cercana a la perfección. Jason Aaron construye dos personajones de la nada, pero no creo que los integre a la trama principal. Creo que quedan ahí, como testimonio, como recurso para contar una historia de honor, de orgullo, de aguante frente a la adversidad y amor a pesar de todo. Por si faltara algo, este unitario está dibujado por un fetiche de este blog, el genio croata Danijel Zezelj, así que está todo dicho. O no, pero son 24 páginas que están más allá de todo, hasta de las exégesis.
Los dos episodios siguientes conforman un arquito bien duro, bien hard boiled, pensado para darle mucha chapa a Shunka, el pulentoso mano derecha de Red Crow. La historia es cruel, despiadada y sanguinaria, pero el impacto más fuerte pasa por otro lado: acá nos enteramos de que Shunka es gay y Aaron se toma su tiempo para explorar cómo es vista la sexualidad alternativa en las tribus aborígenes. Otra historia poderosísima y perturbadora, impredecible y polémica. Esta vez el dibujante es el italiano Davide Furnó, quien ya jugó de suplente en otros tomos de Scalped, pero ahora está mucho más suelto, más sólido, muy bien apoyado en un laburo con tramas mecánicas y trazos finitos de plumín que le quedan bárbaro.
Le sigue otro unitario todo ambientado en el pasado, en el que Aaron nos presenta a un personaje excecrable, una rata ventajera, mentirosa, con un culo a prueba de balas y una moral de alcantarilla. Se trata de Wade, el papá de Dashiell Bad Horse, del cual hasta ahora teníamos mínima data, pero acá cobra forma de personaje muy, muy bien pensado, con chapa de sobra para jugar de titular en los próximos arcos de la saga.
Y eso es lo que sucede inmediatamente después, cuando Aaron pone en marcha el arco de cuatro episodios conocido como Unwanted. Esta es una historia jodidísima, pero casi sin corchazos ni cuchillazos. Esta vez la tensión, la sordidez, las atrocidades pasan en el fuero íntimo, en el ámbito familiar. Acá tenemos el reencuentro de Dash con su padre y sobre todo, mucha data sobre el pasado de Carol Red Crow (cómo se conocieron sus padres, cómo fue concebida, qué pasó con su mamá, etc.). Carol es la protagonista central de este arco: acá cambia su relación con su padre, se vincula de un modo muy, muy interesante a la familia de Dino Poor Bear (uno de los secundarios muy logrados por Aaron) y se resuelve el plot de su embarazo, por supuesto consecuencia no deseada de uno de esos fogosos encuentros con Dash, bajo los efectos de las drogas duras. Desengaños amorosos, secretos oscuros, odios y rencores ancestrales, padres e hijos enfrentados, embarazos no deseados, heroína, abortos... ¿Quién necesita tiros y trompadas?
Todo este arco y el episodio protagonizado por Wade están dibujados por el maestro R.M. Guéra, en su habitual estilo realista, filoso, crudo, muy basado en la referencia fotográfica, pero muy bien integrada al grafismo, con un laburo de documentación impresionante para los flashbacks y una narrativa ajustadísima, que hace que todo se entienda al toque y que el relato fluya con fuerza, pero también con agilidad. En un arco tan atravesado por las emociones, Aaron tiene el acierto de plantear muchas secuencias sin palabras, donde los climas, los rostros y el lenguaje corporal de los personajes describen (sin hablar) los momentos (generalmente de mierda) que están atravesando. Guéra capta todas esas sutilezas a la perfección y aprovecha esas secuencias mudas para lucirse aún más. Impresionante lo del serbio radicado en España.
Scalped sigue terrible, adictivo e inolvidable como siempre. Y encima se da el lujo de meterse a fondo en temas como la desprotección de la vejez, la homosexualidad y el embarazo no deseado, todos tópicos urticantes en una sociedad como la yanki. Mes a mes, Jason Aaron redefinió el término “historieta para adultos” y convirtió a todos los que se las daban de grim ´n gritty en ositos cariñosos. Magistral.

jueves, 10 de noviembre de 2011

10/ 11: SCALPED Vol.6


Ah, bueno... La vez pasada, cuando comenté el Vol.5 dije que hasta el momento era el mejor tomo de la serie... Pindonga: este es mil veces mejor! Y no sólo porque dibuja todo R.M. Guéra. Acá, Jason Aaron pega giros zarpadísimos en la historia. Cada episodio, cada página, cada viñetas, además de ser excelente en sí misma, cobra infinita chapa por cómo resignifica todo lo que leímos antes. Aaron le saca al formato serial un jugo increíble, inverosímil. El tipo la tiene excesivamente clara y armó un verdadero mecanismo de relojería, un engranaje que funciona cada vez mejor, aceitado, sin fisuras, de esos que te obligan a releer cada tanto todo lo anterior para ver si el guionista nos está chamuyando, o sacando ases de la manga, o si realmente todas estas maravillas fueron sembradas en los episodios previos. Y sí, Aaron sembró todo lo que cosecha en este tomo.
Acá hace mierrrda, de modo tremendo, a uno de los protagonistas de la serie. Chau, siamo fuori. También se carga a no menos de dos secundarios muy importantes, en el tomo más heavy, más salvaje, más extremo de la serie que redefinió el grim ´n gritty. En este tomo recupera el protagonismo el cada vez más jodido Jefe Red Crow, hay muchísimo desarrollo para Dash Bad Horse y además secuencias en las que se lucen TODOS los otros protagonistas de la saga. Hasta Gina, la mamá de Dash, que murió en el primer libro. Esto es a todo o nada, y Aaron no se guarda nada. Lo único que escasea un cachito en este tomo es el sexo, porque los personajes hacen tantas cosas, la trama avanza tanto y tan de golpe, que ni tienen tiempo para echarse un polvo. Pero igual, aunque sea de fondo, siempre hay alguna puta semi-desnuda tomando merca, como para que no te olvides de que Scalped es el comic más sórdido del mercado.
Tengo muy poquito tiempo para escribir, así que no lo quiero malgastar en una catarata de infinitos elogios, que además son los mismos de siempre. No me puedo ir sin hablar bien de R.M. Guéra, maestro de la mala leche, amo y señor de un trazo crudísimo, muy realista pero con cada vez más espacio para exagerar y potenciar las expresiones faciales. Esa mezcla entre Leopoldo Durañona y Jean Giraud le funciona a las mil maravillas, potenciada por una narrativa infalible, muy parecida a la que usaba Eduardo Risso en 100 Bullets. Como siempre, falta un colorista que ponga un poco más de huevo. Lo de Giulia Brusco no es impresentable, pero el día que esto se reedite en blanco y negro, le prendo fuego a los TPBs a color, sin dudarlo ni 15 segundos.
En fin, en estos seis primeros tomos de Scalped pasó de todo y todo está demasiado bueno para ser real. Si te copa la historieta para adultos fuerte, de alto impacto, con tramas bien enchastradas de corrupción, miseria, violencia y runflas espúreas, este es el Evangelio, la Biblia, el comic que acaba con todos los otros comics. Si te copa todo eso, “aguante Scalped!” es el grito sagrado.

sábado, 29 de octubre de 2011

29/ 10: SCALPED Vol.5


No tengo idea de cómo hice para aguantar tanto, pero pasé casi un año sin leer Scalped. Desde el 15 de Noviembre del año pasado leí muchísimos comics, unos cuantos muy grossos, y aún así no pude olvidarme nunca de esta hipnótica serie de Jason Aaron y R.M. Guéra, que cambió la forma de pensar acerca de los límites de la historieta para adultos.
Este tomo probablemente sea el mejor. No es ni a palos el que te shockea más por el lado de la violencia. Hay trompadas, cuchillazos y tiros, por supuesto, pero a un nivel más tranqui que en entregas anteriores. Y viene un poquito más salvaje por el lado del sexo: hay más garches y se habla un poco más del tema, por supuesto en términos absolutamente infrecuentes en el comic yanki, ya sea mainstream, alternativo, under… Nunca hubo personajes de historieta no porno que vivieran el sexo como lo viven las criaturas de Jason Aaron. Pero lo más impactante es cómo avanzan los distintos argumentos paralelos que hacen tan adictiva a la serie. Veamos.
El primer episodio presenta a un personaje nuevo, sórdido y jodido como pocos, que se va a encargar de meter en un flor de kilombo a Dash Bad Horse, el que vendría a ser “el héroe” de la serie. Capitulazo, tremendamente heavy y muy divertido. Después tenemos un unitario que se mete a fondo con el pasado y nos recuerda un toque el presente de Britt “Diesel” Fillenworth, un gran personaje que llevaba un par de tomos fuera de la escena central de la saga. Este es el episodio con más mala leche del tomo. El tercer unitario se centra en un personaje al que suponíamos le iba a corresponder un rol importante, pero al que hasta ahora Aaron nos mostraba poco, y siempre en las sombras: Baylis Earl Nitz, el capo del FBI al que responden en secreto tanto Diesel como Bad Horse. ¿Quién es este tipo? ¿De qué juega? ¿Por qué quiere destruir al jefe Lincoln Red Crow? Acá te enterás unas cuantas cositas jugosas.
El cuarto episodio es importantísimo: por fin nos enteramos quién carajo mató a Gina Bad Horse (la mamá de Dash) en el primer tomo! La investigación del oficial Falls Down da sus frutos y la respuesta al enigma no es para nada la obvia. Seguro en el próximo tomo los personajes que saben la identidad del asesino armarán alguna movida al respecto. Y el capítulo con el que cierra el tomo es, básicamente, sexo y violencia. Está brillantemente armado con saltos para adelante y para atrás en el tiempo, siempre dentro de las últimas 13 horas en la vida de un Dash Bad Horse totalmente superado por los acontecimientos y por la cantidad de heroína que tiene metida en las venas. Son, lejos, las páginas más truculentas que leí en el último tiempo.
Parte de lo que hace que la sordidez de esta serie pegue tan fuerte es el realismo en el dibujo, y en ese sentido el trabajo de Guéra es absolutamente encomiable. Sin caer en la omnipresencia de la fotito, el tipo se las rebusca para crear un mundo 100% verídico, y a la vez amenazante, oscuro. Con mirar una página ya sabés que el contenido del comic es mucho más bravo que el de la media de lo que está hoy a nuestro alcance. La sintonía con la colorista Giulia Brusco mejoró bastante, o sea que el nivel visual de Scalped es casi tan devastador como el de los guiones. Como en el tomo anterior, tenemos un unitario a cargo de Davide Furnó, con sus pinceladas más sueltas y su gran manejo de las tramas mecánicas. Y además un capítulo a cargo de otro italiano, Francesco Francavilla, que hoy dibuja bastante mejor que cuando participó de Scalped. Acá muestra una gran solvencia narrativa, pero el estilo gráfico que elige se ve un poquito crudo, lejos del altísimo standard que impone Guéra.
Y tengo un tomo más sin leer, así que pronto volveremos a la reserva indígena de Prairie Rose. En este tomo quedó claro que incluso sin darle demasiada bola al Jefe Red Crow (hasta acá, el mejor personaje de la serie), Scalped también gana por goleada a fuerza de intensidad, corrupción y giros argumentales tan impredecibles como arriesgados. Gloria infinita a esta serie.

lunes, 15 de noviembre de 2010

15/ 11: SCALPED Vol.4


Un tomito más y ya me dejo de joder con Scalped hasta el año que viene...
Esto ya es tremendo, ya te asfixia. Las tramas se van poniendo tan pero tan densas, que no se puede respirar hasta que no cerrás el libro. No sé si alguna vez alguien va a poder escribir un comic que supere a Scalped en cuanto a sordidez, crueldad y desesperanza. Nunca me había pasado que una historieta tan buena me dejara un sabor tan asqueroso en la boca, que me hiciera sentir realmente mal, triste, como cagado a trompadas, pero por alguien a quien querés mucho, como para que cada golpe duela de verdad. Tampoco sé si Jason Aaron alguna vez va a recibir el reconocimiento que se merece por este trabajo, o si una vez que Scalped llegue a su fin la vamos a recordar apenas 15 boludos. Pero esto, amigo viñetófilo, es un verdadero Antes y Después, un hachazo sangriento en la historia del comic. Si hace... seis años alguien me decía que Vertigo (filial de DC, filial de la Warner) iba a publicar un comic así, mi respuesta habría sido “Nah, flaco, te vieron la cara... eso es imposible”. Pero acá está.
Este tomo tiene dos arcos: en el primero (y más breve), Aaron recupera al personaje de Carol Red Crow y dedica dos episodios a profundizar en su relación con Dash Bad Horse (lo más parecido a un “héroe” que tiene para ofrecernos Scalped) y a revelar secretos jodidos de su pasado. Para que no baje el nivel de sordidez, hay drogas duras, sexo sin amor y gente que le dispara a una mujer embarazada. Acá, en reemplazo del titular R.M. Guéra, tenemos a un italiano, Davide Furnó, que enseguida se revela como un gran dibujante. Más orgánico y menos pegado a la referencia fotográfica que Guéra, Furnó mete tramas mecánicas, deja a la vista los trazos muy sueltos de su lápiz, se luce en algunas secuencias en las que la narrativa presenta desafíos bravos y se ve muy integrado, muy bien complementado con la colorista Giulia Brusco, que a veces tiene algún cortocircuito con Guéra. Un hallazgo, este tano. Ojalá reaparezca en otros comics de Vertigo, o en este, si Guéra vuelve a ausentarse.
Y en los cuatro episodios restantes (dibujados al gran nivel de siempre por Guéra), de nuevo Dash se va al banco de suplentes para que se luzca el que hasta acá es el verdadero protagonista de Scalped: Lincoln Red Crow, el cacique capo-mafia que controla con mano de hierro la Reservación. Nuevos flashbacks nos agregan un montón de info acerca de la relación entre Red Crow y Gina, la finada mamá de Dash, mientras la acción del presente hace crecer el conflicto entre el cacique y el maligno Sr. Brass, enviado de la familia mafiosa (y china) que le puso al aborigen buena parte de la guita que hizo falta para abrir el casino. Aaron la hace bien: Brass es tan, pero tan hijo de puta, que al confrontarlo, Red Crow nos empieza a parecer menos malo. Eso, más el amor genuino por Gina, realzan la figura de este abanderado de la runfla y la corrupción y hace que –por un minuto- nos olvidemos de que tiene las manos manchadas con mucha, mucha sangre. Ya habíamos subrayado el impecable trabajo que hace Aaron con Red Crow y en esta saguita eso llega a niveles realmente insuperables.
Y acá se sube al elenco protagónico un personaje hasta ahora menor: Dino Poor Bear, que pasa de loser consumado a transa exitoso, hasta que... bueno, ya sabés que va a terminar para el orto. El tema es cómo y por supuesto no te lo voy a spoilear. Pero tiene que ver con drogas, armas, tiros, puñaladas y esas cosas lindas a las que nos acostumbró Scalped. También hay una muy buena construcción de Dino por el lado del dilema moral, o sea que de a poco, Aaron está armando otro personaje sustancioso, interesante y complejo, por si faltara alguno.
Las cosas se siguen complicando en la Reservación y todo indica que la violencia y el derramamiento de sangre van a ser cada vez más heavies. Veremos con qué nuevas atrocidades nos impacta Aaron en el próximo tomo. Ah, y seguimos sin saber quién carajo mató a Gina!

domingo, 24 de octubre de 2010

24/ 10: SCALPED Vol.3


Sí, sí, me vuelvo a entregar a las garras de este vicio perjudicial para la salud y maravilloso para la vista y la mente llamado Scalped.
Después de la inolvidable noche de inauguración del casino (que vimos desde seis ópticas distintas en el libro anterior) se viene necesariamente un tomo más tranqui, más de pre-temporada. En este caso, todo se centra en la investigación del asesinato de Gina Bad Horse, la madre de Dash, nuestro “héroe”, quien en su juventud fuera muy amiga del hoy cacique Red Crow para luego convertirse en una activista a favor de las tradiciones indígenas y en contra de las espurias movidas de su antiguo amigo y ocasional amante. Y acá los roles se terminan de invertir. Al supuesto “bueno” el asesinato de su madre le chupa un huevo, la mitad del otro y el 62% de la poronga. Mientras que al “malo” se lo ve genuinamente dispuesto a remover cielo y tierra con tal de que la muerte de Gina no quede impune. ¿Qué hay detrás de todo esto y quién mató a la mamá de Dash? Hay que esperar hasta el próximo tomo para averiguarlo...
¿Cómo se sostiene un tomo de más de 130 páginas centrado en la investigación de un crimen que no llega a resolverse? El asombroso Jason Aaron tiene algunas respuestas bastante convincentes: 1) el primer episodio es un originalísimo recuento de lo sucedido hasta ahora, el famoso número jump-in para enganchar nuevos lectores, dibujado como los dioses por John Paul Leon. 2) el último episodio (dibujado por Davide Furnó) le da infinita chapa a un personaje hasta ahora muuuy secundario, el oficial Falls Down, quien se acerca peligrosamente a la verdad sobre la muerte de Gina. 3) A lo largo de los otros cuatro episodios, hay una segunda línea argumental que tiene que ver con el asesinato de una prostituta y las consecuencias: Dash, a cargo de la investigación, se va a encariñar con uno de los hijos de la puta muerta, y por supuesto eso sólo puede terminar muy mal, porque Aaron no se va a perder la oportunidad de recordarnos que esta es la serie más sórdida y jodida de todos los tiempos. 4) La línea central, la de Red Crow jugado a todo o nada por descubrir al asesino de Gina, se enriquece con algunas secuencias de diálogos muy extensas pero terriblemente grossas, y con la entrada en escena de Mr. Brass, un enviado de la familia mafiosa china asociada a casi todas las matufias ilegales del cacique, que –sospecho- de a poco va a ir cobrando más peso en la trama. Entre todos estos elementos, los seis episodios que contiene el TPB se pueblan de una cantidad más que suficiente de escenas memorables, violentas, desgarradoras, difíciles de digerir. Prácticamente no aparecen Carol y Catcher (que pisaban fuerte en los tomos anteriores) y pierde un poquito de protagonismo Diesel, que la vez pasada la rompió. Cada vez más, Red Crow se convierte en el eje en torno al cual gira absolutamente todo lo demás.
R. M. Guéra, el serbio a cargo del arco principal del libro, sigue prendido fuego y lo suyo ya no se puede creer. El tipo se encarga de que la violencia duela y pegue fuerte. El único bajón es el color, a cargo de Giulia Brusco, que por momentos desentona mal con los climas que plantean tanto Aaron como sus dibujantes. Pero Scalped no baja de la pila de las series fundamentales. El coordinador, Will Dennis, con el que conversé bastante estos días en Rosario, dice que la revista vende poco (los libros no) pero que difícilmente se cancele la serie gracias a la gran repercusión que logra entre los críticos y los artistas. Sumate vos también a los que la ovacionan de pie (y la compran), así tenemos Scalped para rato.

martes, 28 de septiembre de 2010

28/ 09: SCALPED Vol.2


Un bolsón de extrema indigencia al que la policía no puede entrar, manchado de altísimos niveles de criminalidad, clientelismo político, laboratorios de pasta base, fuerte consumo de alcohol y paco, alta tasa de embarazos en adolescentes y de deserción escolar, gente que circula armada sin pertenecer a ninguna fuerza de seguridad… esto empieza a parecerse a cómo los medios describen las villas y asentamientos de Buenos Aires, no? Pero no, estamos en Prairie Rose, la reservación indígena en la que transcurre esta impresionante serie cuyo primer tomo me dejó en llamas.
Como vimos la vez pasada, en los primeros episodios el guionista Jason Aaron nos llevaba en una especie de cuenta regresiva hacia un evento fundamental, que era la inauguración de un suntuoso casino en plena reservación, lo cual significa algo así como la coronación definitiva de Lincoln Red Crow, el inescrupuloso jefe tribal, que además de la administración política maneja buena parte de los negocios turbios de Prairie Rose. La apertura del casino es tan importante que este tomo nos narra lo que sucedió esa noche desde seis ópticas distintas. Al mejor estilo Pulp Fiction, o Sin City, los personajes se cruzan, aparecen más o menos según desde el punto de vista de quién esté contada la historia, pero son –básicamente- siempre los mismos.
Tres de los personajes fundamentales del primer tomo nos cuentan su noche de inauguración del casino: el jefe Red Crow, Dash Bad Horse (lo más parecido a un héroe que tiene la serie) y su madre, Gina. Pero también otros tres personajes, dos de ellos nuevos (Dino Poor Bear y “Diesel” Fillenworth, el rubio que quiere ser indio) y uno hasta ahora secundario, pero que acá pela un enorme potencial: Catcher, un indio ya mayor, que bien puede ser un borracho patético o un grosso cuyas visiones místicas revelen postas fundamentales para el desarrollo de la trama. “Diesel” Fillenworth también tiene todo para ganar muchísimo protagonismo en los próximos tomos, sobre todo a la luz del secreto que esconde, pero también por ser el único que hasta ahora confronta abiertamente con el poder hegemónico de Red Crow.
Un Red Crow que, por otra parte, es el personaje mejor trabajado en lo que va de la serie. Estamos ante un villano complejo, que va más allá del hijo de puta al que detestás y querés que aplasten cuanto antes como si fuera una cucaracha afiliada al PRO. Acá hay un ser humano creíble, difícil de catalogar, con muchos más matices que el antagonista promedio. En una de esas, Aaron se pega un saque de algo jodido y en el próximo tomo boletea a Dash. Y la verdad es que sin Dash la historia puede seguir, pero sin Lincoln Red Crow, no. Por eso no sorprendo a nadie si digo que de los seis episodios de este tomo el que más me gustó fue el que se centra en el cacique-capo mafia.
Con el correr de las páginas, R.M. Guéra se termina de afianzar como un dibujante absolutamente superlativo. Y yo le terminé de sacar la ficha para categorizarlo. Su estilo es una mezcla entre lo más sórdido y oscuro de Jean Giraud y lo más sórdido y oscuro de Leopoldo Durañona. Hoy no me imagino esta historieta dibujada por ningún otro autor. Guéra es la quintaescencia del grim´n gritty y nunca leí nada más grim ni más gritty que Scalped. Ojalá si lo reemplazan en tomos futuros sea por dibujantes que sepan como él combinar los dibujos con las fotos, con onda, con estilo, con sangre, sudor y lágrimas, no como esa legión de “Juan Carlos Flicker” que vemos en taaaaantos comics de Marvel.
Y sí, amigo viñetófilo: Vertigo lo hizo de nuevo. Otra vez peló un título 100% original, que no se limita a revisitar tópicos de géneros ya gastados y que se embarra hasta la encía para contarnos una historia terrible, desgarradora, real, cercana (los latinoamericanos no necesitamos mudarnos a Nebraska para respirar miseria y corrupción, no?), intensa e irresistible. Que el casino de la tapa no te engañe. Esto no es timba. Si te gusta el comic, acá ganás seguro.

domingo, 12 de septiembre de 2010

12/ 09: SCALPED Vol.1


Por fin arranco a leer una serie a la que le tenía muchísimas ganas hace varios años, y de la que ya tengo acovachados varios tomos. Seguro que en el último tiempo oiste hablar bastante de Jason Aaron, por ahí por su laburo en Wolverine, o en Ghost Rider, o si tenés paladar más finoli, por la magistral The Other Side, que fue su primer trabajo publicado, también en Vertigo, como Scalped. Y si nunca habías oído hablar de esta bestia, dejame ser yo el que te cuente que EEUU ya tiene su Garth Ennis y que no son pocas las veces en las que la sucursal yanki le rompe el culo a la casa matriz irlandesa.
Scalped debe ser lo más grim ´n gritty jamás publicado por Vertigo. Sí, peor que 100 Bullets. Esto es absolutamente abisal. La historia nos narra el regreso a la reservación indígena de Prairie Rose de Dashiell Bad Horse, un piel roja que llevaba 15 años alejado de su gente, y que se encuentra con un panorama desolador. El Jefe Red Crow es ahora una especie de Kingpin aborigen, un capo-mafia legitimado con un cargo oficial (en realidad, varios), líder indiscutido de una tribu sumida en la pobreza, el alcoholismo y la drogadicción, a la que un casino suntuoso y pagado con plata sucia puede llegar a sacar del pozo. Por supuesto, Dash Bad Horse y el Jefe van a chocar, pero Aaron se las ingenia para que el choque no sea frontal, ni obvio, ni rápido. Pero lo más importante es que, si bien está claro que Red Crow es el villano, nunca nos propone a Dash como el héroe.
Dash es una bestia, un tipo rencoroso, malo, entrenado por las fuerzas armadas para matar, una máquina de combate brutal, feroz, implacable, un jodido desalmado que odia a su propia madre (una de las pocas indígenas que se moviliza contra el templo de corrupción con el que Red Crow la va a levantar en pala), que combate a sus sentimientos con más fuerza que a sus adversarios, un violento fuera de control, siempre a punto de explotar. Un sorete, bah. Pero esta vez, parece estar del lado correcto, porque enfrente tiene a un hijo, nieto y bisnieto de puta como es el Jefe Red Crow, una rata miserable envuelto en runflas espúreas con cuanto elemento criminal azota a la reservación, y que además tuvo una vieja historia con la mamá de Dash. Obviamente, espero que Aaron no se vaya al carajo con la revelación (predecible y digna de telenovela barata) de que el Jefe es el verdadero padre de Dash. El no-héroe, a su vez, tiene una historia pendiente con Carol, la hija del Jefe, su amiguita favorita de la infancia, a la que hace 15 años que no ve y a la que ahora se encuentra convertida en un yiro depravado, que le mete los cuernos al marido con media tribu y a la que le sobran motivos para confrontar con su padre. Y mientras el implacable Bad Horse combate al narcotráfico y la prostitución en la reservación, avanzan los preparativos para la fastuosa inauguración del casino, que es la anteúltima secuencia del tomo. La última es la muerte, impactante y escabrosa, de un personaje que pintaba para protagónico.
Todo este festival de atrocidades, condimentado con una sobredosis de puteadas que haría sonrojar al mismísimo Cazador, avanza a paso firme y se hace más sórdido y más real a cada viñeta gracias al trabajo devastador de un dibujante impresionante, un monstruo del grim ´n gritty: R.M. Guéra nació en la ex-Yugoslavia pero hace casi 20 años que vive en España. Es un tipo ya cincuentón, que publica en Europa desde principios de los ´80 y que, en simultáneo con Scalped, dibujó varios tomos de una serie para el mercado francés, con guiones de Patrick Cothias (nada menos). Visualmente, Guéra es una mezcla entre el mejor Jean Giraud y los dibujantes más dark de Vertigo (Leo Manco, Sean Phillips, esa onda bien sucia). Por momentos se zarpa en el uso de fotos para zafar de dibujar edificios y vehículos, pero cuando tiene que dibujar seres humanos, explota un expresionismo visceral, intenso, perturbador, de un power desgarrador. Realmente espectacular y apenas opacado por una floja labor de Lee Loughridge al mando del coloreado digital.
Bienvenido a otra serie adictiva, mal. Otro viaje de ida por la violencia, la corrupción, la indigencia material y moral, el sexo salvaje y la mala leche elevada al rango de religión. Un viaje en el que vamos a aprender un montón de cosas acerca de cómo viven hoy los pueblos originarios del centro-oeste de los EEUU, esos indios que antes tener orgullo y hacer barullo, y hoy ser parias en su propia tierra y comerse goleadas de local. Jason Aaron y R.M. Guéra se metieron en el submundo de los pieles rojas y nos dejaron a los lectores al rojo vivo. Pronto volveremos!